Haitianos prefieren marcharse antes que ser repatriados

Todo apunta a que los nacionales del vecino país que no pudieron legalizar su estatus migratorio a través del Plan Nacional de Regularización han decidido marcharse por cuenta propia, antes que vivir una repatriación.

Todo apunta a que los nacionales del vecino país que no pudieron legalizar su estatus migratorio a través del Plan Nacional de Regularización han decidido marcharse por cuenta propia, antes que vivir una repatriación. Dos días después de que acabara este Plan, un recorrido por puntos de Santo Domingo como la parada del metro Mamá Tingó, el Mercado Nuevo, el “Pequeño Haití”, el kilómetro 9 de la autopista Duarte y la intersección de las avenidas Máximo Gómez con Nicolás de Ovando confirman esta hipótesis.

Son lugares conocidos por la venta informal protagonizada por haitianos. Las personas asiduas a cada uno de estos puntos repetían con insistencia que los inmigrantes se han ido ¿La causa?, una señora que vive en el “Pequeño Haití” lo resume en una frase: “Todavía Migración no ha cogido la gente, pero la gente tampoco quiere que Migración la agarre. Por eso se va”. “Sin hacerles daño ellos mismos se están yendo”, narraba, por su parte, otro señor con 30 años laborando por esta zona.

No es que no haya haitianos en las calles de Santo Domingo. Es que el discurso de que “ya se han ido” era repetitivo y, además, fue más fácil abordar de forma improvisada a un extranjero y que su respuesta fuera la constancia –un papel o un carné plastificado- de que ya es parte de la cifra de 288 mil 466 inscritos en el Plan de Regularización finalizado el miércoles pasado.

Dos ejemplos funcionan: en un grupo de ocho haitianos en el “Pequeño Haití”, en el sector San Carlos del Distrito Nacional, tres se lamentaban de que las largas filas imposibilitaron su inscripción. Y en la construcción de un edificio de apartamentos en el sector Los Prados, un obrero contaba que de un grupo de 10 de su nacionalidad, siete se registraron en el Plan y cuatro “están esperando que les paguen para irse”.

Los que no se registraron para regularizarse tenían un discurso en común: “Había mucha gente” o “fui varias veces y no pude”. En general, parecen aceptar su condición de que podrían, en cualquier momento y de manera fugaz, dejar el país que por años los estuvo acogiendo y alimentando.

Y todo esto sucede sin que en Santo Domingo las líneas de autobuses que viajan a Haití o a la frontera bilateral reportaran que hubo aumento en su demanda en los últimos días, según detalles de la agencia AP.

El comercio en la Mamá Tingó

Lidia González tiene 20 años vendiendo verduras en la avenida Hermanas Mirabal, casi esquina Charles de Gaulle, en Santo Domingo Norte. Contaba que la repentina ausencia de haitianos le ha afectado su negocio. “A esta hora (11:30 de la mañana) lo que he vendido son RD$100 cuando antes llegaba hasta a RD$3,000”, aseguraba. “Los haitianos compran mucho. Son los que más compran”, explicaba, a manera de razonar el poco dinero que ayer había hecho en la acera.

Esta intersección -cercana a la estación del metro Mamá Tingó- comúnmente está repleta de comerciantes informales. Pero el panorama, aún desorganizado y arrabalizado, está algo más despejado. Foselene Pierre es otra de las haitianas que ya aplicó al Plan. Tiene 18 años en el país y cuatro hijos. “Mucha lucha cogí para inscribirme (en el Plan)”, recuerda mientras muestra el papel que sirve de garantía para no ser repatriada.

El Mercado Nuevo

Luis Taveras, presidente de la Federación de Comerciantes del Mercado Nuevo, dice que una repentina ausencia de haitianos allí podría traducirse en un aumento de las frutas y vegetales. Esto porque gran parte de los extranjeros trabajan (unos 2 mil calcula él) en el transporte de carga dentro del mercado y su presencia abarata el servicio. “Si sacamos a los haitianos aquí en su totalidad, los dominicanos que se dedican a esto van a aumentar el costo del trasporte de la mercancía. Eso es ley natural”, señala.

“La diáspora haitiana que aquí habita lo que más consume son frutas para venderlas en la calle. No hemos escuchado (desde la federación) comerciantes quejarse por la merma de productos por la ausencia de clientes haitianos. Lo que sí puedo decirte es que su ausencia se va a notar en el trasporte de cargas, especialmente en triciclos y carretas”, resumió Taveras. Allí, de cuatro haitianos, uno no optó por la regularización.

El Plan Nacional de Regularización terminó el pasado miércoles con 288 mil 466 inscritos y con la certeza de que decenas de miles de indocumentados se quedaron fuera. Este ambicioso proyecto, que le costó al Gobierno mucho más de RD$1,200 millones, es solo una pieza dentro de la ambiciosa reforma migratoria que por primera vez República Dominicana ha puesto en marcha de forma seria y que tuvo su origen en la sentencia 168/13 del Tribunal Constitucional. 

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