No hay razones para dudar de la JCE

El tiempo me dio la razón, cuando vaticiné que en la medida que la campaña entrara en la recta final, iniciaría una andanada de ataques contra el proceso, que ha de culminar con la escogencia de nuevas autoridades.

El tiempo me dio la razón, cuando vaticiné que en la medida que la campaña entrara en la recta final, iniciaría una andanada de ataques contra el proceso, que ha de culminar con la escogencia de nuevas autoridades.En una sociedad democrática todos tienen el mismo derecho de cuestionar, refutar y, sobre todo, de exponer sus puntos de vista sin que nada ni nadie intente vulnerar esta prerrogativa fundamental.

En el caso de los políticos, este derecho adquiere un significado especial, porque se trata de los futuros tomadores de decisiones y en quienes descansa la responsabilidad de regir los destinos de una nación.

Sin embargo, este derecho no debe sobrepasar la cordura que impone la actual coyuntura, donde una denuncia o acusación infundada puede empañar la correcta conducción del proceso electoral.

Todo esto viene a cuento, a raíz de las inquietudes vertidas por partidos de la oposición, principalmente el PRM y su candidato Luis Abinader, sobre el método que utilizará la Junta Central Electoral (JCE) para el conteo de los votos.

Afortunadamente, y para despejar las dudas irrazonables del PRM, el pasado martes, la JCE dispuso que el cien por ciento de los votos para el nivel presidencial serán contados de forma manual, luego de que sean escrutados electrónicamente.

Desconozco de qué premisa partió el PRM, al margen de sus alegatos de que es un mandato de la ley electoral. Y digo esto, porque hasta ahora no existe ningún hecho comprobable que ponga en tela de juicio la labor que realiza la Junta para garantizar un proceso diáfano y ajustado a las disposiciones constitucionales y legales.

Más allá de los acostumbrados “pataleos” que suelen asomarse después de las votaciones, nadie puede asegurar que esta JCE se haya prestado para malas jugadas a favor de partidos o candidatos.

Entonces, ¿cuál es el empeño que tienen algunos sectores de hacer juicios a priori que cuestionan las buenas intenciones y el trabajo de la Junta? ¿Acaso no son conscientes de que este proceso es un encuentro con la expresión auténtica de una democracia que, con sus altas y bajas, nos ha costado mucho, incluso vidas valiosas?

Nadie tiene derecho a jugar con la moral ajena sin fundamento y mucho menos cuando se trata de una institución como la JCE, que tiene sobre sus hombros la responsabilidad de arbitrar un proceso del cual depende el futuro de nuestra nación.

Organismos internacionales han dado su visto bueno al montaje de estas elecciones, porque han visto el esfuerzo técnico y logístico realizado por la Junta. La ciudadanía no debe permitir que le siembren dudas, ni que se altere la paz, porque parece que este es el fin perseguido por el PRM.

El que compite gana o pierde, pero no todos cuentan con la virtud de reconocerse en desventaja. Muchos tienden a desacreditar el trabajo de otros, aún sin presentar pruebas que avalen sus denuncias. Pero, como dice el refrán, “quien siembra vientos cosecha tempestades”.

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