En lo que el hacha va y viene, Miguel Vargas Maldonado recibió ayer el respaldo de más de las dos terceras partes de la matrícula de diputados del PRD, cuyos nombres fueron leídos, uno a uno, por Víctor Gómez Casanova, como si fuera un pase de lista, para que después desde la acera interna de enfrente no se vaya a decir que no estaba el que estaba. Pocos dudan que Vargas Maldonado haya reforzado en los últimos tiempos el control que ejerce sobre la estructura orgánica e institucional de su partido, aún cuando sus rivales de la disidencia aseguran ser “mayoritarios”. Lo cierto es que a veces uno no entiende a los perredeístas, que no aguantan las ganas de mantener el canibalismo que corroe cada vez más sus posibilidades electorales. ¡Buuueeenooo..!
No es de chistes
El presidente Hipólito Mejía no termina de comprender que ya en estos tiempos, el ejercicio de la política no alcanza el éxito haciendo chistecitos y presentándose como el gracioso y que es de realidades que se nutre ese oficio. El desfase de Mejía va cada día en aumento y en mayor evidencia. Hipólito, que bien merece autojubilarse para bien suyo y de los suyos, volvió ayer sobre sus pasos declarando que aunque se reunió dos veces en días recientes con Vargas Maldonado no volvería a hacerlo y quiso minimizar las posibilidades del presidente del PRD con términos denostativos, propios solo de una mente enferma afectada por ciertos resentimientos, y que pareciera que no quiere en verdad la unidad de su partido. En cambio, Vargas Maldonado, acusando prudencia, consultado por algunos reporteros sobre esa declaración dijo “yo lo comprendo, yo lo comprendo, mire lo que ocurre, cuando en estos procesos la realidad da de frente, golpea de frente, se producen situaciones que son del escenario circunstancial del momento”. Una respuesta ligth frente a expresiones destempladas. Como dice el buen amigo Alberto Amengual cuando termina su programa: Sea usted el jurado…
