Hillary Clinton, el camino hacia la Casa Blanca

De que Hillary logre el apoyo de los seguidores del que fuera su rival en las primarias del partido demócrata, el senador Bernie Sanders, así como de los republicanos desafectos con el populismo de ultraderecha de Trump, depende en gran medida que&#8230

De que Hillary logre el apoyo de los seguidores del que fuera su rival en las primarias del partido demócrata, el senador Bernie Sanders, así como de los republicanos desafectos con el populismo de ultraderecha de Trump, depende en gran medida que se convierta o no en la primera mujer en asumir la presidencia de los Estados Unidos, el país más poderoso del mundo.

Ella y su partido lo saben perfectamente. Por eso inició su discurso de nominación con una entusiasta alusión a las elocuentes ideas que en todo el transcurso de la precampaña esgrimió Sanders y con promesas de asumir parte de su programa de gobierno. Sanders escuchó cada palabra con el rostro impávido, mientras sus seguidores, entre abucheos, mostraban pancartas desafectas.

La relación de Hillary con los seguidores de Sanders, aunque éste ha llamado a la unidad y a apoyarla en las elecciones del próximo 08 de noviembre, aunque desde las primarias estuvo seriamente lesionada, se ha deteriorado mucho más con la filtración al inicio de la convención de una cantidad enorme de correos electrónicos en los que se evidencia que el Comité Nacional Demócrata, instancia que en teoría tendría que velar por la ecuanimidad de las primarias, habría sido parcializada en favor de Hillary.

Por espacio de casi una hora exacta, la ahora candidata oficial del partido demócrata esbozó con una expresión facial alegre y distendida, frente a un público expectante pero al que muchas veces se le vio cansado, un discurso matizado con figuras retóricas y alusiones directas a la inexperiencia política de su rival Donald Trump, en el que, además de contestar a muchos de los planteamientos expresados por éste en la pasada convención republicana, apeló a la unidad de los estadounidenses con su slogan “Together we stronger” o “Juntos somos más fuertes”.

Sin lugar a dudas, la experiencia de estado y la carrera política de Hillary Clinton, paradójicamente le resta popularidad en un amplio sector de la sociedad norteamericana pero, al mismo tiempo, por otro lado le permite tener una conexión muy fuerte con quienes le son adeptos.

Un lenguaje corporal que denota seguridad, entereza y coraje le preceden y ha aprovechado esas fortalezas para referirse distendidamente a temas tan polémicos como el muro que preconiza Trump en la frontera con México, en relación al cual ha dicho “No construiremos muros, sino una economía que garantice trabajos para todos” o como el tema del papel de la OTAN en la defensa y seguridad de algunos países aliados, criticado duramente por el candidato republicano.

Se ha referido a los peligros para la seguridad nacional que representan algunas de las promesas que ha hecho Trump, sin embargo, gran parte de su discurso se ha dedicado a responder, más que a plantear propuestas certeras y precisas.

De hecho, aún cuando se ha referido al tema del terrorismo y del Estado Islámico, sus comentarios no llegan a ser líneas de acción precisas para eliminar el financiamiento que reciben estas estructuras con la venta de petróleo al que se ha referido Trump, y tampoco ha hablado de forma contundente acerca de Siria.

Definidas las candidaturas del partido republicano y del demócrata, sin duda alguna la campaña presidencial entra en otra fase en la que los ataques serán mucho más directos. En ese orden, Hillary ha dado muestras este jueves de que coraje no le falta y ha iniciado poniendo en dudas la honradez y honestidad de Trump en sus actividades empresariales y en sus relaciones con algunos socios a los que habría quebrado.

El discurso de Barack Obama

Si algo puede hacer la diferencia en estas elecciones en relación a las posibilidades reales de Hillary Clinton es el nivel de apoyo que pueda recibir del presidente Obama en lo que resta de campaña.

Sin duda alguna, su alocución en la convención demócrata ha sido, por encima incluso de la de Hillary, la más impresionante. Su carisma sigue cautivando a millones, tal como lo hizo su célebre slogan de campaña “Yes, We Can” o el “Fired Up, Ready to Go” en la campaña presidencial que lo llevaría a la presidencia de los Estados Unidos en el 2008.

Su disertación en la recién concluida convención demócrata fue verdaderamente impecable. Al ser éste su último discurso como presidente ante los delegados de su partido aprovechó para hacer una especie de rendición de cuentas informal sobre sus logros al frente del ejecutivo, mencionando aspectos como la recuperación de la economía norteamericana luego de la crisis del 2008, los avances en temas de salud y cobertura como derecho para todos, así como el desarrollo de energía limpia.

Fue enfático al decir que su gobierno eliminó a Osama Bin Laden y que igualmente devolvió a los militares desplegados por George Bush en Irak al seno de sus familias, acordó con Irán la eliminación definitiva de su programa nuclear, formalizó relaciones con Cuba y promovió la histórica firma del acuerdo sobre cambio climático.

“(…) en un acto de coraje y de amor, hemos promovido el matrimonio igualitario (…) hemos viabilizado un sistema de préstamos para estudiantes (…)” y concluyó esa parte afirmando que los Estados Unidos es más próspero y más grande que lo que era en el año 2008.

Obama hizo énfasis en el espíritu y grandeza de su país y luego pasó a hablar acerca de la importancia de estas elecciones en las que se enfrenta el discurso de Trump, “no republicano” sino más bien una pieza de odio y resentimiento, frente a la experiencia de estado, tenacidad, entereza, así como respeto por los principios democráticos y preservación del sueño americano que representa Hillary Clinton.

Catalogó de errores humanos propios de personas que actúan en el centro de los acontecimientos aquellos cometidos por Hillary en relación al manejo irregular de temas de seguridad nacional desde su correo personal.

En fin, no podría tener Hillary un padrino mejor que Obama quien además de contar con la fascinación que ofrece el ser el presidente de la gran potencia mundial, posee unas cualidades discursivas impresionantes para ayudarla en todo este proceso.

Indudablemente el tema de la política exterior resulta ser siempre un tema de mucho peso en las elecciones de los Estados Unidos, por lo que reitero lo que he dicho en mi entrega anterior acerca de la necesidad de que Hillary procure desvinculación, por lo menos conceptual aunque no logre ser del todo fáctica, con la situación derivada de acciones norteamericanas en Libia, Siria y en la Irak post Saddam Hussein, así como en lograr la articulación de una propuesta clara que apacigüe la preocupación por los niveles de inseguridad asociados al terrorismo.

En esta tarea resultará determinante el apoyo estratégico y los comentarios que pueda hacer Obama en lo que resta de aquí a noviembre. Hillary a veces parece ser la respuesta del stablishment a la amenaza que representaban las propuestas progresistas de Bernie Sanders al status quo. De ser así sus probabilidades en este camino serán aún mayores y el mundo podría tener, por primera vez en la historia, a una mujer dirigiendo los destinos, no sólo de los Estados Unidos, sino del mundo, desde la Casa Blanca.

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