En lo que va de año, podríamos casi atestiguar que no habíamos tenido la ocasión de presenciar un conjunto de piezas tan atractivas a la mirada como las que conforman la muestra “Horizontes Infinitos” del artista visual Ricardo Wagner. Es posible que de manera inconsciente, el creador se las haya arreglado para causar este efecto y lo cierto es que lo ha logrado, al menos en nosotros.
Lo primero es que el azul, en su gran variedad de tonos, logra penetrar de forma tal que pareciera que es parte de cada uno y es así. Pues, si nos detenemos un momento el solo hecho de mirar el cielo en un día despejado es motivo suficiente para fijar este color en nuestro registro visual. Más aún, siendo nosotros parte del entorno caribeño con frecuencia tenemos la posibilidad de apreciar el infinito mar que, entre otras tonalidades, por lo regular remite también al azul.
Y qué curioso que el artista ha querido disponer sus obras en dos espacios de forma simultánea, en Mesa Fine Art y en el Centro Cultural de las Telecomunicaciones del INDOTEL. A nuestro modo de ver, esto se debe al interés del artista de que surgen las historias individuales, pues en un cerrar y abrir de ojos podemos intimar con cada pieza y desencadenar de ese modo una suerte de deducciones que complementan la propia composición.
De manera que el nivel de asociación que permite el colectivo propuesto por Wagner genera un sinfín de posibilidades para crear lecturas en relación a la energía que seduce a cada espectador y que a su vez se combina con ilusiones del pasado, posiblemente del presente hasta incluso imaginar el futuro. Así, se van formando lazos infinitos entre la obra y el receptor que conducen a un viaje onírico que no tiene desperdicio, ya que tu mente tiene la oportunidad de liberar estrés y prepararse para solo recibir el placer que produce la verdadera obra de arte.