El importante rol de las madres sustitutas

Se aproxima el Día de las Madres, en el que se celebra la dicha de contar con ese ser que te provee amor incondicional, que a pesar de los malos momentos siempre brinda una sonrisa y que daría la vida por sus vástagos. Pero esta celebración no…

Se aproxima el Día de las Madres, en el que se celebra la dicha de contar con ese ser que te provee amor incondicional, que a pesar de los malos momentos siempre brinda una sonrisa y que daría la vida por sus vástagos. Pero esta celebración no es solo para las madres biológicas, también lo es para aquellas, que sin tener lazos sanguíneos, se entregan en cuerpo y alma a la crianza de niños que por alguna razón no están con quienes los trajeron al mundo.

Hay quienes las llaman “madres sustitutas”, pues su labor es proveerles protección a niños y niñas que necesiten de ello. Este acto heroico (porque no todos tienen el corazón de hacer esto de manera desinteresada), salva la vida de seres indefensos que podrían caer en manos de personas maliciosas.

Su labor le garantiza al infante tener una niñez “normal” y contar con alguien que le sirva de guía para llegar a ser un adulto proactivo y productivo para la sociedad a la que pertenecen (y probablemente personas más felices). Por tal razón, es de suma importancia que los infantes cuenten con un núcleo familiar estable.

Las madres sustitutas pueden nacer por un instinto de protección y ayuda cuando una mujer decide acoger a una cría como suya o desde una institución como Aldeas Infantiles SOS, fundada en 1979 en el país, pero cuyo trabajo viene realizándose a nivel internacional desde el 1949.

Creada por Hermann Gmeiner, esta organización de desarrollo social sin fines de lucro, tiene como objetivo proveer un hogar y una madre a niños, niñas y jóvenes privados del cuidado de sus padres, o que por alguna razón no pueden estar con sus familias de origen.

Con casi 40 años en la República Dominicana, estas aldeas han provisto de una familia a más de 600 aldeanos (así se hacen llamar los egresados); y en la actualidad acogen a casi 500 infantes y adolescentes, distribuidas en tres sedes: una en Los Mina, una en Los Jardines del Norte y otra en Santiago de los Caballeros, según explica Henry Farfán, asesor de desarrollo de fondos y comunicaciones de la institución.

Esta entidad cuenta con varios programas, en los que no solo se encarga de darles un hogar y una familia a los niños necesitados; sino que también refuerzan los conocimientos, la entrega y disposición de un grupo de mujeres que se han convertido en mucho más que las cuidadoras, y a la que ellos denominan “Madres SOS”.

Cerca de unas 70 mujeres destinan su tiempo a este trabajo, las cuales se encargan de las diferentes etapas del proceso de atención. Las madres sustitutas se forman en prácticas saludables que contribuyen a estimular el crecimiento físico y el desarrollo mental, a prevenir enfermedades, a brindar asistencia domiciliaria y a identificar de forma oportuna la búsqueda de atención fuera del hogar:

¿En qué consiste su labor?

En garantizar a niños y adolescentes hasta los 18 años de edad (en estado de vulnerabilidad, con o sin discapacidad) la restitución de sus derechos, proporcionándoles protección integral en un ambiente que permite, entre otras cosas, recibir atención especializada en salud física y mental, al tiempo que construyen vínculos afectivos con familias voluntarias, dispuestas a darles lo mejor de sí.

Por lo regular, estas madres tienen bajo su tutela alrededor de cinco a siete menores, a quienes aseguran querer como si fueran propios. Algunas de ellas tienen hijos biológicos, mientras que otras no, como es el caso de María Altagracia Florián, oriunda de Barahona, quien forma parte del programa de Aldeas SOS Los Mina desde hace 17 años. Cuenta que no pudo tener hijos, pero que al enterarse de la misión de Aldeas SOS decidió aplicar, sin imaginar que esta experiencia marcaría un antes y un después en su vida.

“Cuando vi a las dos niñas que tendría bajo mi cuidado, una de ocho meses y otra de un año, fue increíble. Jamás imaginé que tener a esas criaturas en mis brazos podría despertar tanto amor en mí”, recuerda María cerrando los ojos, como recordando ese día. Comenta que su experiencia es muy distinta a las demás madres, pues ellas tienen hijos biológicos, y hay cosas que solo se aprenden con la práctica, como el entender los cambios de la niñez a la adolescencia.

La relación madre-hijos los hace más felices

Los vínculos que tienen una madre sobre los hijos van más allá de lo que pensábamos. Un estudio realizado en Gran Bretaña revela que el grado de felicidad de las madres es más importante para los niños que la del padre. De acuerdo con la investigación, el 60% de los adolescentes que vivieron esta situación ( vivir solo con la madre) dijeron estar “completamente satisfecho”
Sin embargo, por porcentajes, los adolescentes que tenían una madre que consideraban más feliz o satisfecha con su vida tenían un 73% de mayor satisfacción de la vida frente al 55% de los que tenían una madre que se consideraba infeliz. En los resultados se revela que los niños más felices son los que viven con sus dos padres, sean biológico o no. Las relaciones con los padres son incluso más importantes que las relaciones con los hermanos, ya que el grado de felicidad o satisfacción de la madre influye sobre todo en la satisfacción que puedan sentir los hijos.

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