Incendio destruye casas de 17 familias

Cuando las escasas bombillas comenzaban a encenderse y el día caía ante la noche, un martillar triste se confundía con  el murmullo de vecinos  que miraban cómo Víctor Martínez reconstruía entre cenizas la casucha de su suegra.

Cuando las escasas bombillas comenzaban a encenderse y el día caía ante la noche, un martillar triste se confundía con  el murmullo de vecinos  que miraban cómo Víctor Martínez reconstruía entre cenizas la casucha de su suegra.

“Aquí vivía la mamá de mi mujer con su hija, su nieta y un niño que adoptó porque a su madre la mataron. Si no le hago su casita, dígame usted, pa’dónde cogen si no es para acá”,  explica Víctor Martínez a El Caribe en medio del vaho a quemado y pedazos cinc retorcido, justificando por qué volver al lugar de donde 17 familia huyeron para salvar la vida hacía apenas 18 horas, cuando un repentino fuego deboró el caserío en que vivían, ubicado en la esquina de las calles Caracas con Juana Saltitopa, en Villa Francisca.

Isabel, que vive en las inmediaciones, mira desde la esquina de enfrente, observa.  “Mire, eso es grande el jodido drama que esa gente está viviendo, porque aquí nadie hace nada por nadie”, comenta.

Igual que ella otras cabezas de  familias tocaban puertas de familiares y amigos buscando ayuda para hoy en  la mañana iniciar la reconstrucción de sus casuchas. “Tengo 31 años aquí y no se dónde ir”, expresa Pablo Cuevas Féliz, que tiene a su esposa Miriam y sus tres hijos alojados en el local del Sindicato de Trabajadores Portuario y Arrimo (POASI), donde también se albergaron las otras 16 familias, y cuyo secretario general, David Domingo Vargas, amenaza con sacarlos este viernes.

En el edificio del antiguo gremio de POASI, en la segunda planta, alrededor de 10 infantes juegan ajenos a la realidad en que viven. Sus ojitos se esfuerzan por dejar de mirar varios empaques de comida –arroz amarillo, pollo guisado y coditos- que mandaron de Interior y Policía.

Chispa habría desatado el incendio

El caserío incendiado albergaba 17 familias, entre los que hay unos 28 niños. Era una casona de madera. En la esquina funcionaba  un negocio de mofongo, cuyo dueño, Hipólito Orozco, prácticamente se crió ahí pero vive enfrente. También había una tapicería, una herrería y ayer se inauguraría un salón de belleza. Orozco calcula que perdió cerca de millón y medio de pesos a causa del incendio.

En el lado de la calle Caracas la casona tenía tres niveles, siendo el primero una especie de sótano, todos con pisos de madera vieja y playwood. “Todos aquí nos llevamos bien”, dice Orozco. Según los vecinos, la chispa de una conexión eléctrica hizo que el infierno se desatara en el lugar.

Una casa de concreto de  cuatro niveles que sirve de límite trasero, impidió que el fuego arrasara con decenas de viviendas que  rodean el lugar. Increíblemente, y por suerte, la casa de madera de al lado, sobre la calle Caracas, apenas se ve chamuscada. El Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional no ha emitido su criterio técnico sobre el incendio.

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