Santiago. Un colchón, dos muebles y un fogón a la intemperie son parte de los ajuares que comparten indigentes en los 600 metros de lo que sería el Paseo del Yaque y que había sido rescatado y sembrado por el Ministerio de Medio Ambiente.En los espacios improvisados fueron levantadas algunas casuchas en los terrenos que serían utilizados por la alcaldía de Santiago para el citado proyecto.
En el lugar intervenido en junio del 2013, tras la denuncia de extracción de miles de metros de materiales de construcción por parte de la Alcaldía, fueron plantadas decenas de árboles de caoba, almendro, gri gri, javilla y otras especies. Sin embargo, con el paso del tiempo y ante el descuido de las autoridades, los llamados “piperos” o consumidores de drogas han comenzado a ocuparlo y a utilizar los árboles como tendederos de ropa. Juan Veras, residente en el sector La Joya, asegura que al menos ocho vagabundos duermen en el improvisado espacio.
Descuido de autoridades
“Lo que no puedo decir es que armen desórdenes, pero cada día son más los que hasta casuchas han levantado a orillas del río Yaque del Norte”, refirió Veras al hablar con elCaribe. La jornada de siembra de árboles fue iniciada luego de que empleados de Medio Ambiente terminaron de verter los 17 mil metros cúbicos de materiales que aún permanecían en la ribera del río Yaque del Norte. En la primera fase fueron plantados 300 árboles en toda la ribera y durante toda la jornada esperan sembrar más de dos mil.
El terreno utilizado para el plan de reforestación tiene una dimensión de 600 metros de largo por 30 de ancho . Ante la ocupación de los espacios, residentes en el barrio Baracoa reclaman mayor acción de las autoridades. Advierten que pudieran verse afectados los árboles plantados por Medio Ambiente de continuar la ocupación.
La falta de vigilancia facilita ocupaciones
En enero del 2013, como parte de los trabajos de construcción del Paseo Río Yaque, la alcaldía de Santiago desalojó a 220 consumidores de drogas de los llamados “piperos” y delincuentes que ocupaban parte de la ribera y vivían debajo del puente de La Otra Banda. Sin embargo, con el paso del tiempo y ante la falta de vigilancia, nueva vez ocuparon los espacios.
