Los pueblos tienen un conjunto de características o rasgos que lo hacen diferente a otros, y que relaciona y agrupa a sus integrantes en torno a situaciones, realidades y circunstancias comunes.
Así emergen los intereses nacionales, como una representación de las aspiraciones de una nación compacta frente a objetivos similares, que intenta satisfacer demandas y deseos que importan a toda una colectividad o conglomerado social.
Los intereses nacionales resumen la actitud de un pueblo frente al Estado, que al final de cuentas es el responsable de proporcionar las condiciones para conciliar esas aspiraciones que determinan el correcto desenvolvimiento y la concreción misma del Estado-nación.
Esa expresión de intereses colectivos está definida por comportamientos y líneas de acción que reclaman la conexión del Estado con las necesidades materiales y psico-sociales de la comunidad nacional.
De ahí esa interesante correlación entre identidad e intereses nacionales, en tanto que exige la responsabilidad de un Estado que respete y reconozca la vinculación de entes sociales cobijados bajo un mismo manto multicultural y con realidades, sueños e ilusiones compartidos.
Un pueblo consciente de su identidad, está en mejor capacidad de decidir lo que interesa a la mayoría, reclamar mayor atención del Estado y sobre todo asumir su compromiso para hacer valer sus intereses.
Preservar los recursos naturales y riquezas derivadas; defender los símbolos patrios, la esencia de una raza milenaria y la forma de pensar como pueblo, son aspectos que reflejan elementos propios de ese sello inigualable, único, que distinguen a un Estado-nación.
Los intereses nacionales nacen del contexto eminentemente social que despierta la acción del Estado, que en el mejor de los casos se erige como garante de su compromiso ante esas inquietudes surgidas de las entrañas de la sociedad.
Cuando los pueblos adquieren mayor nivel de conciencia de lo que interesa a su condición de gobernados, crece más su voluntad para decidir lo que quieren, por qué, cuándo y qué tan importante es tener claramente definido el valor de respuestas contundentes, axiomáticas, a cada una de estas interrogantes.
Aquellos aspectos de la vida nacional que interesan a muchos facilitan no solo la supervivencia de los pueblos, sino que propicia su unidad y ayudan a fortalecer la conducta individual.
Los intereses nacionales aluden la obligatoriedad constitucional, moral y patriótica de atender a cuestiones tan fundamentales como, defender a sangre y fuego la soberanía nacional y la independencia del Estado; sus riquezas inalienables, su integridad territorial, la vida y libertad de sus habitantes; su identidad cultural y toda auténtica y legítima expresión democrática. l
