Inversión extranjera

La inversión extranjera directa en República Dominicana viene creciendo de manera consistente, lo cual es una muestra de la estabilidad…

La inversión extranjera

Desde hace más de 15 años la República Dominicana tiene una Ley de Inversión Extranjera (16-95) que ofrece extraordinarias…

La inversión extranjera

El Gobierno está en la obligación de crear condiciones propicias para mejorar los niveles de competitividad de los sectores productivos.…

La inversión extranjera directa en República Dominicana viene creciendo de manera consistente, lo cual es una muestra de la estabilidad económica y del buen clima que exhibe la República Dominicana para los negocios; pero a la vez representa más desafíos para nuestras autoridades, especialmente en el ámbito institucional.

Cada vez son más las grandes plazas comerciales y nuevas empresas, especialmente en el régimen de zonas francas, que se instalan en el país con capitales externos. Empresas que traen divisas para invertir, que crean empleos, pero al mismo tiempo tienen el derecho legal de repatriar sus ganancias.

Además de la inversión extranjera en nuevas empresas, en los últimos años se han producido importantes alianzas estratégicas entre importantes compañías nacionales con firmas corporativas foráneas, por lo que la inversión también tiene presencia en asociación con organizaciones locales.

Esta situación obliga a las autoridades a fortalecer cada vez más las garantías legales e institucionales establecidas en el país, que las reglas de juego estén claras y que se respeten los derechos adquiridos por los inversionistas que vienen a hacer negocios.

Una de las desventajas que tiene la inversión extranjera es que cuando sus propietarios no se sienten a gusto, enfrentan alguna situación incómoda o entienden que no cuentan con las garantías debidas, simplemente recogen y se van. Es decir, de la noche a la mañana cualquier gran empresa extrajera puede cerrar sus puertas y mudarse a otro país, algo que es más difícil que ocurra con un inversionista local, que tiene todos sus lazos de unión en territorio dominicano.

El desafío también es para las empresas locales, especialmente las que suplen a las externas, ya que deben adaptarse a las reglas internacionales y parámetros modernos que traen las firmas de presencia mundial. Pero el hecho de que vengan más inversionistas de otras naciones es positivo para el país.

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Desde hace más de 15 años la República Dominicana tiene una Ley de Inversión Extranjera (16-95) que ofrece extraordinarias facilidades a los empresarios que desean invertir sus capitales aquí. Además, contamos con un Centro de Exportación e Inversión (CEI-RD) cuya misión fundamental es facilitar los mecanismos para captar inversión foránea.

Entre las facilidades de nuestra legislación vigente está el derecho de repatriar todas las utilidades del inversionista establecido, así como las exenciones fiscales que se complementan con otras legislaciones de acuerdo con el área en la cual se vaya a invertir.

Sin embargo, no es un secreto que para muchos inversionistas es difícil establecerse en el país debido a las constantes “trabas” que establecen ciertos funcionarios con el único objetivo de “sacar lo suyo” en cualquier operación económica.

Pero tampoco es un secreto que esas dificultades se compensan rápidamente luego de consumar el negocio. No es extraño escuchar a cualquier inversionista extranjero expresar que en este país es difícil instalar un negocio, pero luego de establecido es bueno porque aquí se obtienen altos márgenes de ganancias. Y es cierto. República Dominicana es uno de los países que ofrece mayores márgenes de ganancias a los empresarios.

Otra cosa es la inquietud de algunos diplomáticos cuando sus compatriotas empresarios sufren alguna dificultad. La más reciente denuncia es la del embajador de Gran Bretaña, Steven Fisher.

Tal vez este no sea el caso, pero ocurre muchas veces que un inversionista está cabildeando un negocio aquí, pero quien lo consigue es un competidor de otro país diferente y el que no logró su objetivo se queja de que le pusieron trabas.

Hay que tomar en cuenta todos esos aspectos, porque si bien la inversión extranjera es buena para el país, no debemos olvidar que ellos no vienen a hacer obras de caridad, sino a hacer negocios y por tanto defienden sus intereses. Nosotros debemos defender los nuestros.

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El Gobierno está en la obligación de crear condiciones propicias para mejorar los niveles de competitividad de los sectores productivos. Otra prioridad consiste en la creación de un clima de seguridad jurídica que preserve la confianza de los inversionistas existentes y atraiga nuevos capitales.
Sin una ni la otra nunca podríamos aspirar a crecer ni a expandir las expectativas de la economía ni mucho menos a mejorar las condiciones de vida de la gente en este país.
El clima adecuado a la inversión no se genera únicamente a base de leyes y giras presidenciales. Se requiere que todo el equipo gubernamental marche parejo en una misma dirección. No importa cuántas legislaciones protejan la inversión, si por otro lado el poder discrecional de los funcionarios hace caso omiso a la ley y obstruye con falsos nacionalismos y posturas populistas la paz y el sosiego que el capital necesita para trabajar. Sólo así podrá el país producir la riqueza para combatir eficazmente los niveles degradantes de pobreza en que vive una mayoría de los dominicanos.
La nación no ofrece nada que otro país similar no esté en condiciones de proporcionar a inversionistas extranjeros. De hecho, tenemos estructuras de costos, con muy bajo grado de competitividad, ya bastantes disuasivos al capital. Si a esto agregamos exigencias impositivas injustificadas ahuyentaremos no sólo a aquellos que acarician la idea de establecerse en el país, sino a otros que ya operan en nuestro territorio.
Cada inversionista que alejamos con esos gestos trasnochados de nacionalismo, se lleva consigo muchos otros interesados en sentar base en el territorio nacional. Pero, además, de qué sirve que el Presidente viaje con frecuencia al exterior en busca de inversiones, si aquí nos empeñamos en mantenerlas bien alejadas de nosotros. Con esas incongruencias no avanza un país.
Miguel Guerrero
[email protected]
@guerreromiguele

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