Lágrimas, orden, reflexiones y miles de voces desbordadas en adoración a Dios caracterizaron el concierto de Jesús Adrián Romero en el Estadio Olímpico, el pasado sábado.El artista cristiano deleitó por más de dos horas al público presente en aquel lugar que llamaron “Casa de Dios y puerta del cielo”. La canción “Soplando vida”,, título del álbum que promociona el artista, encabezó el repertorio de las 23 canciones que interpretó.
Seguido por “Ayer te vi”, “El aire de tu casa”, “Fue por mí”, “El brillo de mis ojos”, “Razones pa’ vivir”, “Aquí estoy yo” y “Espérame”. Sentado en su tradicional silla, con la cual transmite paz y seguridad a quienes lo escuchan, el pastor evangélico emitió su habitual reflexión basadas en experiencias personales para introducir sus canciones.
Un cancionero preferido
Aquellas adoraciones, compuestas en un cuarto de oración, han posicionado al cantante como uno de los más preferidos en el mundo cristiano y secular. Desde “Qué sería de mí”, “Cerca de ti, “Usa mis manos”, “Si me preguntaras” hasta “Sumérgeme” fueron escuchadas y coreadas por la multitud que estalló en llantos y alegría durante un popurrí con las mismas, como aquella hermosa niña con discapacidad psicomotora, que mostraba su alegría de la mejor manera posible desde su silla de ruedas ubicada en uno de los espacios VIP.
Jesús Adrián desde la tarima invitó a las personas a aceptarse tal como son, pues según él, los propósitos de Dios para nuestras vidas se desarrollan a través de nuestro temperamento.
El disco Soplando vida toma la historia del profeta Ezequiel en el valle de huesos secos, como una parábola del trabajo tan importante que muchos hacen en la tierra a través de diversos ministerios.
“Soplando vida”, un concierto sin desperdicio
Con las canciones “Cuenta conmigo para ir”, “Quiero vivir pegao’ a ti”, “Mi universo”, “Mágicas princesas” y “Me dices que me amas” cerró su presentación agradeciendo la asistencia de unas 15 mil personas. El evento artístico fue bien valorado por los fanáticos, ya que se desarrolló en un ambiente solemne, adornado por el orden y la seguridad.
