La increíble quiebra de la Lotería Nacional

El Padre Billini inició su lotería social en 1882. Sus intenciones fueron claras en el inicio: recaudar fondos para obras caritativas, en beneficio de los ancianos, enfermos y niños indigentes.

El Padre Billini inició su lotería social en 1882. Sus intenciones fueron claras en el inicio: recaudar fondos para obras caritativas, en beneficio de los ancianos, enfermos y niños indigentes.

Era una obra pequeña con una nobleza grandiosa. Desde entonces han pasado 129 años y es ahora, en manos del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, cuando esa institución se declara, aunque el país no lo pueda creer, en quiebra.

El Estado asumió la responsabilidad de administrar la Lotería, y por supuesto potenció su desarrollo con la idea de engrandecer la obra del Padre Billini. Los años han pasado y la Lotería ha dado dinero para muchas actividades sociales, ha sido el soporte de miles de billeteros que vivieron y desarrollaron su familia con el trabajo junto a la Lotería Nacional y parte de sus ganancias fueron al presupuesto nacional.

Lamentablemente, la Lotería Nacional también ha servido para enriquecer a muchos funcionarios que han pasado por allí, que hicieron y destrozaron esa obra de bien social para convertirla en una obra de beneficiencia personal.

Los escándalos, patrañas y otras travesuras conocidas en la administración del PLD han sido de antología, desde el caso de Frederick Mazourka, en 1998, hasta los más recientes protagonizados por un administrador que distribuyó cientos de electrodomésticos comprados por la Lotería para la campaña electoral de una aspirante al Congreso Nacional en una de las provincias del Este.

Hace semanas que se ventila en los medios de comunicación la quiebra de la Lotería Nacional. Se dice que los empleados llevan varios meses sin cobrar, y que paradójicamente el administrador amenaza a los que han reclamado sus salarios con suspenderlos de sus puestos.

No hay transparencia. Han sido los empleados los que han puesto al país en advertencia. Una institución que sirvió unas veces para propósitos nobles y otras para el despilfarro, por primera vez en 129 años llega al punto culminante de la asfixia económica como resultado del saqueo y de la ausencia total de transparencia en sus operaciones.

Habría que analizar las razones de la quiebra. En el pasado, aunque tuvo competencia, la Lotería siempre sobrevivió porque en la práctica era un monopolio en manos del Estado, con una amplia red de personas a su servicio. Aparecieron múltiples negocios de competencia y no mellaron la capacidad de la Lotería Nacional de generar recursos y transferirlos al Estado, por vía de la entonces Secretaría de Estado de Finanzas.

Reconocidos peledeístas son, hoy día, propietarios de las más grandes empresas de loterías privadas, que poco a poco fueron adquiriendo el mercado de la lotería del Estado. Desconocemos si ese fue un proceso legítimo y para determinar cómo se produjo habría que investigar bien, mediante auditorías, si se trató de un desmonte planificado. Incluso, sorprende que muchos de los propietarios del jugoso negocio de las bancas de apuestas estén en las filas del PLD y tengan posiciones importantes en el Congreso Nacional.

Quebrar una Lotería Nacional de 129 años es una gran proeza. No fue posible que esto ocurriera en los tiempos en que esa obra social era utilizada para enaltecer figuras como la de Trujillo, o en los tiempos en que más bajo cayó la credibilidad con los escándalos de Mazourka. No, es ahora, cuando aparentemente mayores posibilidades tenía esa empresa de transformarse, como lo había venido haciendo desde su nacimiento.

Ahora, para que la Lotería pueda cumplir la más simple de sus obligaciones –pagar el salario de sus empleados- es necesario que el Ministerio de Hacienda le transfiera 40 millones de pesos, que es algo parecido al monto de su nómina mensual. El argumento de sus ejecutivos es que desde la aprobación de la reforma fiscal, con la Ley 139-11, esa entidad cerró sus posibilidades de sobrevivir. Dice que el 90% de sus ingresos se esfumó con la decisión del paquetazo fiscal de que sea la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) quien cobre, como corresponde, los impuestos a las bancas de lotería privada.

Es decir, la Lotería Nacional desde hace tiempo está viviendo del cobro de los impuestos a las bancas de apuestas y no del éxito de sus operaciones. Todas las bancas, en todas partes del mundo, generan dinero, porque la banca nunca pierde.

Los datos podrían resultar contradictorios, y lo son, si uno quiere entender lo que está pasando en una institución que pudo tener un fin más digno. Nació por la obra de bien social de un sacerdote bondadoso y muere por la gula de unos funcionarios sin sensibilidad social y enriquecidos por el dinero público que ha pasado por sus manos.

Todos los programas sociales de la Lotería fueron paralizados por esta administración. Los sorteos están en peligro y en cualquier momento concluyen, en forma definitiva, como obra del progreso de los más encumbrados funcionarios del gobierno.

Pero me sorprende, y por eso pienso que esa institución requiere de buenas auditorías, pues la Lotería informó el pasado 4 de junio que en el 2010 invirtió mil millones de pesos “en ayuda social”. ¿Cómo es posible que una institución quiebre de la noche a la mañana, luego de haber anunciado inversiones en ayuda social por mil millones de pesos, equivalente a 27 millones de dólares?

Pero además, cuando se revisan los datos de las nóminas de la Lotería hay que sorprenderse. Son 3,385 empleados. ¿Cómo es posible que una institución que sus ingresos dependen en un 90% de los impuestos que cobra a las bancas de apuestas, tenga una nómina de 3,385 empleados? Eso hay que verlo en sus detalles.

La nómina general de la Lotería, con su administración y demás dependencias es de 1,556 empleados, quienes devengan alrededor de 23 millones de pesos al mes. Le sigue la nómina de los empleados jubilados que son 1,271 y que casi todos cobran menos de 800 pesos de salario. En trámites de jubilación hay 449 empleados, la mayoría de ellos con bajos salarios. Se incluyen 57 jubilados por decreto, 52 del Plan Social y 632 personas que reciben ayuda fija por un monto menor, de 1.5 millones al mes. Es un cuadro de desorden, despilfarro, abuso y glotonería de los funcionarios que se han servido con la mayor de las cucharas para llevar a la Lotería a la quiebra en que se encuentra.

No se trata de una “Junta de la Caridad”, como designó el Padre Billini a los 13 miembros de la dirección que dejó al frente de la Lotería antes de fallecer en 1890. La gestión de la Lotería en los gobiernos del PLD ha logrado el entierro de una entidad que pudo vivir muchos años más y honrar a su fundador con dignidad, como siempre se pretendió.

Tengo la intención de rescatar la Lotería Nacional. Recuperar de ella todo cuanto sea posible, reorganizarla, y ponerla en manos de un patronato de organizaciones sin fines de lucro, y que ese patronato la administre y que sus ganancias sean distribuidas entre las asociaciones que trabajan a favor de la niñez, la vejez, la salud de los sectores más empobrecidos, y al mismo tiempo que pueda abarcar a todos los grupos del país interesados, al margen de la política, en hacer obra de bien social, como lo ambicionó el Padre Billini. Esa es la mejor manera de rendirle homenaje.
El autor es candidato presidencial del PRD

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