La noche festiva arropa a Higüey en el Día de La Altagracia

Higüey. Una canción invade la esquina de un bar y el animador dice: “El hombre que no baila salsa no sabe hacer el amor”. A pocos kilómetros, una multitud se goza un concierto a ritmo de “ven, ven, ven espíritu divino”.

Higüey. Una canción invade la esquina de un bar y el animador dice: “El hombre que no baila salsa no sabe hacer el amor”. A pocos kilómetros, una multitud se goza un concierto a ritmo de “ven, ven, ven espíritu divino”.Dos mundos paralelos, lo pagano y lo religioso, se encuentran y viven en Higüey los días cercanos al 21 de enero. Lo profano y lo divino celebra a su modo la noche, del Día Nuestra Señora de La Altagracia.

La diversión invade la ciudad esa noche previa a cuando los dominicanos conmemoran a la virgen protectora del pueblo dominicano. La mañana y la tarde es muy exclusiva de los peregrinos que en multitud caminan los alrededores de la Basílica de Higüey y se preparan para dormir a la intemperie, como manera de agradecer y pedir milagros a la virgen. Pero durante la noche los que beben, fuman y bailan se agrupan en las esquinas o dentro de los colmados, bares y discotecas a escuchar en volúmenes que molestan un dembow con malas palabras, una bachata o salsa. Las botellas de cerveza y ron en este último escenario no faltan.

José Astacio, oriundo de esta ciudad, explica que estas bebentinas son exclusivamente de los días de fiesta de La Altagracia. Y, por lo regular, aún con el exceso de alcohol no suelen ocurrir incidentes de violencia. “Los drinks están llenos, las discotecas están llenas”, comenta, con olor a cerveza.

Jean Carlos Curiel, de 20 años, está aquí porque él y su familia en estos días se ganan un dinero extra, por traer en guagua desde Santiago a los peregrinos. “Tengo tres años viniendo corrido. Aquí se da un ambiente tranquilo aunque se beba, porque mira, aquí (en la esquina frente al colmado) somos todos familia”, dice el joven a punto de inhalar un pitillo de hookah. Tiene planes de ir a la misa en la mañana, pero la noche “es sin hora”.

El 21 de enero es el día de mayor peregrinación en la Basílica de Higüey, donde cada año se esperan unas 100 mil personas en éste, el templo religioso más importante de República Dominicana y uno de los más concurridos del Caribe. La Policía y la Autoridad Metropolitana de Transporte robustecen la seguridad y para ello necesitan medidas y agentes de refuerzos. Las calles que rodean el templo se cierran para evitar peligro a los caminantes que llegan y en la noche, las patrullas se mantienen vigilantes en las zonas más concurridas, como el bulevar y las inmediaciones del parque central.

Durante las horas de sol todo el que va a la Basílica sabe que tiene que cuidarse. Los celulares y el dinero se esconden bien, la cadena bajo cuello y atentos. Estas medidas cobran importancia durante la noche, porque la multitud no para. La noche en este complejo religioso también es festiva a su manera.

La diversión de los religiosos

En la escalinata de la Basílica se escuchaba una alabanza al ritmo de merengue. Era un concierto cristiano entonado por el vegano Alexis Corniel, el viernes 20 de enero. Ese ambiente también era en extremo alegre y festivo. Unas mil personas en pie bailaban las canciones, las coreaban, brincaban y alzaban sus manos al cielo, como pidiendo redención. María Dolores saltaba de alegría, sonreía y contaba su historia con ganas y optimismo porque la virgen le salvó a su hijo de 23 años, desahuciado a sus ocho meses de nacer. La diversión con alabanzas y música a un ser divino aquí conquista a niños, adolescentes, ancianos, jóvenes y adultos.

Mirta cruza dos realidades

Con peligro de quedar inválida estaba Mirta Basilia cuando en su convalecencia asegura haber visto la virgen de La Altagracia vestida de blanco. Le prometió venir a la Basílica cada 21 de enero si le devolvía la salud. Desde el 1974 cumple ese compromiso. Lo cuenta todo a elCaribe mientras bebe cerveza en una esquina frente a un drink. “Ya entregué mi velón, ya cumplí mi promesa”, dice la peregrina para justificar el ambiente. Mirta vive su fe en la virgen a su manera y cruza dos realidades.

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