Las campañas de oposición deben cimentarse en la razón

Durante décadas, las campañas políticas de la oposición se han sustentado en la descalificación de la gestión del gobernante, especialmente si aspira a reelegirse, y en el descrédito del partido gobernante que quiere seguir en el poder, bajo…

Durante décadas, las campañas políticas de la oposición se han sustentado en la descalificación de la gestión del gobernante, especialmente si aspira a reelegirse, y en el descrédito del partido gobernante que quiere seguir en el poder, bajo el erróneo entendido de que para poder acceder al poder, desde la oposición, hay que golpear de manera contundente y permanente a quien esté en el poder, y que la mejor forma de golpear para ganar, es descalificar, aunque esa descalificación caiga en todo tipo de exageración de lo malo que se haya hecho, en la minimización de lo bueno que se haya hecho, y hasta en la crítica y el rechazo de cualquier importante solución que haya sido aplicada por el gobierno en atención a viejos reclamos de una parte de la población.

Joaquín Balaguer fue un exitoso gobernante que cimentó sus 22 años de gobierno en la inversión del 50% del presupuesto de la nación en el sector construcción, pero mientras Balaguer construía escuelas, hospitales, presas, canales de riego, acueductos, carreteras, puentes, caminos vecinales rurales, casas y apartamentos para los pobres, puertos y aeropuertos, plantas eléctricas, etc., la oposición política quiso cimentar su campaña electoral en contra de las construcciones de Balaguer, llegando a promover el slogan: “con varilla y cemento no se come”, sin percatarse que al criticar negativamente las grandes obras de Balaguer se enviaba un mensaje con dos posibilidades: o usted no está claro en las políticas públicas necesarias para el desarrollo de una nación subdesarrollada, o usted se niega a reconocer lo bueno que se hace desde un gobierno de otro partido.

Cuando el PRD llegó al poder en el año 1978 quiso detener la dinámica que Balaguer había impregnado al sector construcción durante los anteriores 12 años de gestión, sin percatarse que al paralizar la construcción se paralizaba la economía de la nación, pero al darse cuenta de ese error garrafal, fue necesario retomar la política de construcción balaguerista, aunque al no tener la visión política del experimentado estadista, nunca lograron el dinamismo que le daba Balaguer, llegando a embarcarse en el mega proyecto Invivienda, el cual fue un mega fracaso que llevó al suicidio a muchos jóvenes ingenieros contratistas que quedaron “enganchados” en grandes deudas con bancos y suplidores,  y la lección aprendida fue nunca más volver a decir que “con varilla y cemento no se come”, pues en realidad la varilla y el cemento ponen a comer a una gran parte del pueblo dominicano.

El anterior ejemplo evidencia que en la crítica debe existir objetividad, pero nunca mezquindad, pues las críticas de algunos pesimistas no pudieron restar méritos a las grandes obras balagueristas, porque esas críticas políticas se convirtieron en un boomerang contra los críticos, al extremo de que hoy Balaguer es recordado por sus obras.

Dick Morris, exitoso asesor del marketing político de Bill Clinton, escribe en su libro “El Nuevo Príncipe” que “los ciudadanos están cansados de campañas negativas, y sólo responden a mensajes positivos” y que “la gente no quiere oír hablar de escándalos y fracasos, sino que, por el contrario, la gente se interesa solamente por los asuntos de contenido”, sin embargo, en la República Dominicana los políticos cada día hacen lo contrario de lo recomendado por Morris, y cada nuevo discurso cae en la misma vieja práctica de la simple descalificación de todo lo que se hace desde el gobierno, sin plantear una verdadera y mejor solución a los problemas de la nación.

Todo gobierno tiene luces y sombras, tiene éxitos y fracasos, y produce beneficios y perjuicios, pero las críticas a un gobierno deben ser certeras, enfocando exclusivamente las debilidades estructurales, y demostrando que la oposición tiene una mejor receta para beneficio de la población, pues cuando la oposición se concentra en presentar como fracasos lo que la población entiende que son pequeños éxitos, la gente comienza a entender que en la oposición hay un error de enfoque, hay un error de visión, o hay un error en la estrategia de comunicación, y que por tal razón la oposición no se hace acreedora del masivo respaldo de la población.

Si la oposición quiere alcanzar el poder, como podría ser, debe crecer, y para crecer debe aclarar su visión para mejorar sus estrategias de comunicación y criticar sólo cuando hay razón. Todavía hay tiempo de desempañar los cristales para aclarar la visión.l

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