Las dos caras del Día de La Altagracia

Higüey. Muy al margen de los actos dedicados a la Virgen de La Altagracia, cada 21 de enero en Higüey los festejos religiosos compiten con las juergas callejeras.

Higüey. Muy al margen de los actos dedicados a la Virgen de La Altagracia, cada 21 de enero en Higüey los festejos religiosos compiten con las juergas callejeras.En esos días, en Higüey se duerme poco. Los “creyentes” entienden que la fecha es también propicia para salir a conocer el pueblo y tomarse algunos tragos de cerveza o ron. Aunque es un comportamiento que se aprecia fácilmente a cualquier hora del día, en las noches la diversión se acentúa y se extiende hasta bien entrada la madrugada.

Desde las casas convertidas en hoteles para sacarle provecho a la atracción turística de la Basílica, se ven salir decenas de visitantes, con atuendos propios de quien se dispone a pasarla bien y sin ningún tipo de perturbación.

El bulevar que da la bienvenida al pueblo, situado a pocos pasos del santuario altagraciano, es uno de los principales puntos de encuentro de las denominadas “fiestas mundanas”.

En este lugar, se bebe y se baila de todo. Las discotecas se abarrotan de un público socialmente diverso, no solo de jóvenes y adolescentes, sino de personas adultas y hasta los más viejitos que igualmente disfrutan de un buen merengue, salsa o un estridente dembow.

 La diversión se apodera de las calles. Incluso los “devotos” que acampan en el recinto reservado para elevar plegarias a la Virgen protectora de los dominicanos, duermen varias siestas seguidas en el patio de la capilla para “después salir a beber en la noche”.

La música de los negocios que ocupan las aceras del pueblo se escuchan a la perfección en la basílica, pero los propios feligreses ven esto como algo “normal” en medio de un gentío que no para de entrar y salir al famoso santuario. Los que se quedan en el recinto, toman las cosas más en serio: encienden velones y rezan a cada momento; hacen filas para tocar la imagen de la Virgen y participan en rituales de adoración.

Los vendedores también estaban atentos a lo suyo

En la calle que cruza al frente de la basílica, decenas de vendedores de comida, frutas, velones y collares con la efigie de la patrona de Higüey, se afanaban en ofertar sus productos a turistas extranjeros y dominicanos de todas las regiones del país, que animadamente compraban objetos y chucherías, como recuerdo de la más importante de las festividades religiosas del país.

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