En esta ocasión queremos compartir algunas reflexiones sobre fundamentos de la forma y, para una mejor comprensión de este sistema, vamos a reflexionar sobre las líneas, ya que éstas han sido uno de los medios utilizados por el hombre para hacer visible su pensamiento.
Desde la antigüedad, la historia nos devela que las líneas eran visibles en las cuevas y hasta en piedras sueltas, hasta la aparición de los primeros alfabetos. Así, con el tiempo, las líneas fueron adquiriendo nuevas funciones. Y, de acuerdo a sus funciones, han ido variando y creciendo en número, tipos y caracteres. Hoy por hoy son tan variadas que en ocasiones resulta difícil identificar como línea, iguales en esencia, las de un plano arquitectónico, la del rayo láser o la de un dibujo del maestro Domingo Liz.
Claro que para analizar un dibujo es necesario observarlo en su conjunto. Comprende un ejercicio que consiste en alejarnos un poco del cuadro para después ver los elementos parte por parte, figura por figura, objeto por objeto. Entonces, en un cerrar y abrir los ojos hasta eliminar cada detalle, reducimos en el pensamiento las formas básicas de la composición, es cuando se registran ciertas áreas del dibujo que nos llaman la atención ya sea por los contrastes, por ser centro de convergencia o por sus configuraciones.
En el supuesto de que esas áreas del dibujo que nos atraen se unieran con líneas imaginarias, de esta forma se registra una especie de esqueleto oculto, a lo que los especialistas denominamos “líneas estructurales”. Este tipo de líneas hay que sentirlas porque no están trazadas en la superficie. Hay que aprender a verlas. Esta habilidad evidentemente se desarrolla por medio de la práctica. Con el tiempo veremos muchas relaciones lineales que en un primer momento pasaban inadvertidas. Buena parte de las obras poseen estas líneas, pasando a ser la base de la composición y contribuyen para determinar las características expresivas que tendrá la obra terminada. Continuará.
