Las medidas dominicanas

El rico folklore dominicano se acrecienta continuamente con la dinámica evolución de su bulliciosa sociedad. Las medidas, que se suponen unidades homogéneas en todo el universo, adquieren características muy criollas donde unos pocos aprovechan…

El rico folklore dominicano se acrecienta continuamente con la dinámica evolución de su bulliciosa sociedad. Las medidas, que se suponen unidades homogéneas en todo el universo, adquieren características muy criollas donde unos pocos aprovechan la ignorancia de muchos. En la dictadura trujillista se creó, por la Ley de Alcoholes, un “galón dominicano”, que equivale a 3 litros, un 20% menor que el americano, y esto para cobrar más impuestos. En el campo, por lo general se compra por kilos pero se detalla en libras. Al pescador le pagan quintal de 110 libras, 10% más, para compensar el “debuchao”. Hemos mezclado sistemas de medición universales: el rendimiento de vehículos se calcula en kilómetros por galón, perteneciendo este último al sistema inglés y el primero al sistema métrico decimal. Los importadores de planchas de acero, tolas, las compran con medidas métricas pero las venden por el peso teórico de lo más cercano, en pulgadas. Lo mismo los vendedores de cristales que le preguntan al cliente: ¿quiere americano o europeo? en confusa retórica “engañosa”, significando la diferencia entre la medida en pulgadas y en el sistema métrico, el más difundido. La “botella”, es medida criolla que los entendidos nacionales dicen que contiene 750 mililitros acercándose a la medida volumétrica de la botella de vino que contiene 756.3 ml en los países productores del néctar de Baco. La “tarea”, medida agraria que corresponde a 629 metros cuadrados, aunque existe en otros lugares, difiere en el área abarcada, para hacerla más autóctona. El “cerón”, sin paralelismo, es una imprecisa medida que dejaba conformes a suplidores y clientes en el campo dominicano. La “lata” es otro elemento volumétrico muy socorrido en la compra y venta de limones y carbón, en la cual uno trata de servirla rasa y el comprador de exigirla, con “moña”. Los que comerciaban con yagua utilizaban la medida del “caballo” sin que nadie me haya podido precisar en que consistía. En los aceites tenemos onzas fluidas, las pintas y los centímetros cúbicos, cc y la “cuarta”. El ron, por litro, que no lo es, pote o botella; por “tercia” que se supone de botella y que de diferentes configuraciones ha llegado, según la marca, a llamarse “Pitufo”. Las varillas de construcción se venden por quintales; la arena por metros cúbicos si es mucha, pero si “e un chin, e por palá que se detalla”, y el cemento por fundas. La presión se mide en libras por pulgadas cuadradas (PSI), pero la temperatura la concebimos en grados Celsius. La tela: en yardas; los “guandules” por vaso al igual que la boruga; el solar: en metros y un “chin” contiene… lo que quieras. El artesano criollo es “bilingüe” porque opera entre milímetros y pulgadas y se “defiende” en ambos sistemas. El agua de la CAASD, por metros cúbicos y la que se toma, por botellón. Es que somos una especial mezcla… y así actuamos!

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