Quien ha vivido mucho, como es el caso del diplomático dominicano Enriquillo A. del Rosario Ceballos, hace una contribución permanente al desarrollo de su país con la publicación de sus vivencias que estima trascendentales, que sirven como enseñanzas vivas para la gente inquieta de esta época, muchas veces desinformada sobre la realidad de un tiempo pasado en el que las ideologías empañaron verdades trayendo al presente una visión deformada de la historia local y universal.
Con Memorias de una vida intensa, como titula su libro del Rosario Ceballos, el lector encuentra la crónica emocional, pero al mismo tiempo documentada, de un mundo cambiante seguido por un narrador que no oculta sus pasiones, revelando las impresiones que dejaron huellas desde una niñez provinciana, resaltando los aspectos positivos de todas las épocas, sin excluir aquellos elementos que pudieran calificarse como traumáticos, como los referidos durante una juventud cuando el régimen predominante fue la férrea dictadura de Trujillo.
Como hombre que se define cristiano, Don Enriquillo podría estar entre los que piensan en la existencia de una vida después de la muerte. Sus memorias confirman, sin embargo, que el autor ha tenido una vida verdadera antes de la muerte, que al decir del filósofo español Fernando Sabater es lo más importante para el ser humano.
Nacido en La Romana el 14 de septiembre de 1929, recuerda sus raíces familiares, desde sus abuelos del siglo XIX, sus jóvenes padres de los inicios del siglo XX, las experiencias como diplomático desde que fue nombrado por el Presidente Bosch como embajador en los Estados Unidos en 1963, con remembranzas que hablan de una vida realmente intensa.
Muchas interrogantes que dominicanos y extranjeros se hicieron sobre la calidad humana de los hombres y las mujeres romanenses de pasadas décadas encuentran respuesta en estas memorias, con datos inéditos. Felicitamos a Editorial Santuario por tan acertada publicación, de lectura reconfortante en esta Navidad.
