“El arte para mí es un estilo de vida en cada ser”

La primera exposición individual de Manuel Toribio fue en (1994), titulada “Testimonio de Fe”, la cual marcó un período hasta el 2007, en que abordó la temática de lo sacro.

La primera exposición individual de Manuel Toribio fue en (1994), titulada “Testimonio de Fe”, la cual marcó un período hasta el 2007, en que abordó la temática de lo sacro. “Las obras producidas en este lapso de tiempo provienen de pasajes bíblicos principalmente de la Pasión de Cristo y otros del Viejo Testamento”, explicó el artista, para luego manifestar que, posterior, por los encargos y la participación en certámenes nacionales, los temas se suceden alternados, unas veces con tendencias formalistas, otras con rasgos de surrealismo, pero casi siempre prima la figuración. Licenciado en Artes Plásticas, dibujante y pintor, Toribio considera que en lo personal, el arte, más que la claridad de conciencia, es una sensación o estado emocional indivisible de la propia condición humana.

¿A qué edad observó que tenía cualidades para la pintura?
De tener conciencias sobre el potencial, fue mucho después. Quizás cuando habiendo superado el preparatorio de la Escuela Nacional de Bellas Artes (hoy de Artes Visuales), pero desde los siete años, promedio, recuerdo mi interés por dibujar, acción que se reprimía por entonces a los niños, debido a las visión limitada del entorno y el desconocimiento del arte como una herramienta de aprendizaje. Ya desde la primaria me permitían la última hoja del cuaderno para que en ella me expresara, y así lo hacía, y de igual forma las asignaciones en clases y el requerimiento de mis compañeros de aula me facilitaban expresar mis habilidades, dibujando mapas, células y otros contenidos que requerían ser representados.

¿Cómo fueron sus años de estudios?
Al revisar el pasado siempre filtramos a nuestra conveniencia la esencia de lo que anteriormente fuimos. Decir que todo fue fácil, sería mentir deliberadamente; que todo fue difícil, de igual forma sería mentir. Fueron años donde las adversidades se vencían por el ardor y la pasión que despertaba en uno aprender el oficio. Las carencias en las aulas, de equipos y materiales, la didáctica docente un poco rancia en unos, vocacional y estimulantes en otros, era siempre apreciada y a ella recurríamos con las quejas cotidianas, pero persistentes y decididos a lograr el objetivo de superarnos. En resumidas cuentas, fue toda una experiencia vivificante.

¿Cuáles técnicas utilizas?
Aunque el medio nos seduce a ejercicio de la pintura por muchos factores sociológicos que habría que enumerar, en mi condición de artista soy ante todo dibujante. En este ramo realicé una Separación de Campo (tres años de taller creativo), asesorado por una de las más renombradas autoridades docente en materia de arte, el profesor Amable Sterling. Sin embargo, me he expresado con igual desempeño en la escultura como en la pintura, y en esta última he incurrido en la pintura mural.

¿Qué opina de la crítica de arte?
La crítica de arte siempre se ha posicionado en un sitial al que hay que recurrir, muchas veces con la frente baja, por la temeridad del “intelecto” que se nos pinta, otras veces por los muros impenetrables que en torno suyos se construyen. Desde luego, ha de decirse con justicia, que siempre existen las excepciones y que en estas radica el esfuerzo que se hace de cuando en vez por sacar a la luz los talentos que otros ignoran y el producto marginado muchas veces a expensas del desinterés. Mientras el pintor no construya para sí mismo y para su público la concreta visión de su oficio como el mejor conocedor de su propia obra, y lo divulgue amén del parecer de los “entendidos”, siempre estaremos como productos clasificables almacenados y a la espera del antojo que a alguien se le ocurra, por bondad o por lástima, sacarnos de ese purgatorio.

Algunos artistas entienden que el Estado debe orientar a los nuevos talentos sobre la carrera, ¿está de acuerdo?
El Sistema de gobierno se ha configurado de tal manera que se ve en el Estado la única salida al crecimiento de un artista y, en especial, si es joven y emergente. Pero la lucha hay que ganarla, no solo merecerla. Estudiar y forjarse a fuerza de taller, convencerse y convencer a los demás del valor de su trabajo y de los valores morales que como individuos le son inherentes, deben ser las credenciales y las llaves para abrirse puertas en esta sociedad retorcida. Desde el Estado se debe incitar con responsabilidad a quienes administran las instituciones correspondientes, a que ofrezcan programas expositivos que permitan la dinamización y el ejercicio de la plástica, dirigidos en especial a los jóvenes.

¿Qué futuro tiene el arte en RD?
Mientras el Estado no plantee y establezca políticas sinceras en las directrices de la formación artística, el desarrollo profesional y las estrategias para la protección de un mercado dinámico y formal, seguiremos empantanados en las ocurrencias y asaltos de los grupúsculos que se ciernen en torno a los políticos, para sacar ventajas personales y defender a gritos feroces la posición del arte desde su cómoda situación parasitaria.

¿Son los artistas usados de manera no adecuada?
Cuando se escucha que al artista se le usa, solemos pensar de inmediato, a la manía que tiene un grupo de vivos cada cuatro años de reclutar artistas a favor de un candidato en carrera proselitista; en otro sentido, cuando la incompetencia de algunos funcionarios solo le alcanza para solicitar de los artistas —en especial de los jóvenes—, donar obras, hacer exposiciones o pintar murales urbanos, para “decorar” barrios y exhibir con ello supuestas dinámicas culturales de las instituciones a su cargo. No siempre se escapa uno a la posibilidad de que seamos usados por la promesa de que nuestra acción irá en beneficio de una causa noble. En algún momento todos somos susceptibles a estas maniobras y quizás en algún momento nos las hemos creído. Ahora bien, si alguien con facilidad y creída ingenuidad suele caer reiterativamente en estas emboscadas, puede que se deba a que pretenda llegar a la meta, antes de haber recorrido el camino. Llegar de la manera más fácil evitando la competencia, alentado por la promesa demagógica de un reclutador. Ese no ha sido mi caso, por cuanto no me siento usado. Sí, reconozco que he colaborado con algún proyecto ocasional, y si es así, es porque he creído en ese momento que dicha acción valía la pena. 

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