Por motivos de salud, Adalgisa ha tenido que permanecer ausente de los escenarios artísticos por más de dos años, tiempo que a pesar de haber sido muy duro, a su entender, le ha servido para organizar un poco su vida, descansar, recuperarse y dedicarse más a su familia, que es su mayor tesoro.
También ha tenido la oportunidad de contar con el apoyo y las muestras de cariño que les han dado sus amigos, en especial Juan Luis Guerra, de quien dice ha estado cerca de ella en todo este proceso. En esta ocasión nos permitió visitar su hogar, donde en cada rincón se pueden observar fotografías de sus nietos, sus hijos y de ella junto a su esposo, así como las estatuillas que ha recibido a lo largo de su carrera.
Pasamos al área de la sala donde nos sentamos e iniciamos nuestra conversación, allí nos habló de su vida desde su niñez hasta la actualidad, de cómo se siente una mujer renovada, feliz con todas las bendiciones que Dios ha dado a su vida, y de la gran paz que siente en su corazón.
1. Mi niñez
Me crié en un hogar humilde, pero muy rico por las personas que habitaban en él. Yo vivía con mi abuela, que le decían Mingó, mi bisabuela Carmen, de origen cubano y con mi tío Alejandro Fernández, que nunca se casó por criarnos a nosotros sus sobrinos. Él tomó el rol de padre. Yo jugaba volleyball y basketball con mis hermanos y los amigos del barrio en mi natal San Francisco de Macorís, era como una especie de marimacho. También me subía en los árboles, hacía casitas, pero además jugaba con muñecas. Fueron días maravillosos.
2. Mis hermanos
De madre somos tres, pero por parte de padre tengo 16, es lindo tener tantos hermanos. Algunos de ellos son más que hermanos, son grandes amigos. Pero yo tenía una relación muy especial con uno de los mayores que se llamaba Miky, que en paz descanse, él era como mi padre. También están Dignora que es un poco mayor que yo, y Dulce. Somos 19 en total y a cada uno le tengo un gran cariño.
3. Mis padres
Mi madre, Francisca Fernández, era una mujer que cantaba bellísimo, muy dulce, alegre y buena con los demás, fue muy querida por todos, nunca tuvo nada escondido, todo era para todo el mundo. Ella Murió hace unos 14 años, estaba bien joven. De ella aprendí el amor al prójimo y su espontaneidad. Era un ser muy especial, hasta en los momentos difíciles se reía de su propia desgracia. Mi padre bilógico fue Abigaíl Pantaleón, que en paz descanse, él era oriundo de Conuco, Salcedo. Era un hombre sumamente cariñoso, lo quise mucho. De él tengo muy lindos recuerdos, aunque no lo tuve todo el tiempo en mi vida. También fue muy especial, de él también heredé la pasión por la música. Le gustaba tocar trompeta.
4. Mis estudios
En Nagua, estudié en el Colegio Belén, también estuve en el Colegio Evangélico de Santiago; en San Francisco de Macorís, en el liceo Ercilia Pepín, en la escuela Padre Brea y el colegio San Agustín. Me gradué de bachiller y luego estudié cosmetología, en Puerto Rico. Aunque nunca he ejercido esta carrera, me ha servido de mucho. No pude terminar una carrera universitaria porque me casé muy jovencita y tuve niños, más adelante llegó 440 y tenía que viajar mucho.
5. Mis inicios en el canto
Mis maestros de la escuela fueron para mí como mis segundos padres, a muchos de ellos los recuerdo con mucho amor, a ellos les debo mi carrera como cantante. Desde pequeña me ponían a cantar en la iglesia y en la escuela. Recuerdo un homenaje que le hice a un maestro que todos queríamos mucho en San Francisco, llamado Piro. Luego de esto, los maestros junto al entonces síndico del pueblo, Edito Kunhardt, decidieron que yo debía asistir al primer Festival Nacional de la Voz, organizado por el maestro Rafael Solano, allí hice mi debut como cantante y obtuve el tercer lugar. De ahí mi carrera siguió en ascenso, hice de comediante, presentadora de televisión y actriz, hasta llegar al Grupo 440.
6. Llegó el amor
El amor me llegó muy joven. Por eso me casé a los 18 años con mi primer esposo Héctor Estrella. Él es el padre de mis tres hijos. Fue una muy buena elección, es un hombre maravilloso, excelente padre, aunque nos divorciamos, la familia nunca se desintegró. Tenemos una relación muy hermosa, el trato sigue siendo el mismo porque nuestro matrimonio fue una unión que vino de Dios. Héctor se casó hace poco tiempo, pero siempre estamos compartiendo juntos, en las navidades, el 31 de diciembre, el Día del Padre y de las Madres. Para mí es un gran orgullo haber estado casada con él. Mi segundo amor, Jean Marie Burgaud, me da mucha emoción hablar de él, es un gran premio. Él ha sido como un padre también para mis hijos, un gran abuelo, ha sido mis manos, mis ojos y mis pies, tantas veces y no le han importado los momentos difíciles que he vivido, siempre ha estado ahí para mí, no le ha importado trabajar tanto para que yo tenga buena calidad de vida, eso para mí tiene un valor espiritual incalculable.
7. Ser madre
Es una experiencia extraordinaria, es un sentimiento único. Cuando te enteras que vas a ser madre, sobre todo, cuando te han dicho que era imposible tener hijos, para una es una bendición, un gran premio. El haber tenido en mi vientre a mis tres hijos me ha marcado de una manera extraordinaria. Tengo un agradecimiento a Dios por Héctor Aníbal, Gina y Alina, al igual que Ansel, hijo de mi esposo, los cuatro son mis hijos y son maravillosos. También Ivette Marichal, esposa de mi hijo Héctor, y Amaury, esposo de mi hija Gina, son mis hijos.
8. Ser abuela
Tengo dos nietos, Marcos Sebastián, de nueve años, es muy especial y amoroso, me encanta cuando me dice “Abue”; Gia, la “minimi”, tiene tres años, ésta se parece mucho a mí. Me tienen loca, estoy feliz, es como darle continuidad a la familia, como renovar la maternidad. Ellos también fortalecen mis ganas de vivir. Ambos son hijos de Héctor Aníbal e Ivette.
9. La pérdida de un ser querido
Me ha dado muy duro, yo amé muy profundamente a mi abuela materna que llamábamos de cariño Mingó. Ella era mi todo, me quería tanto que hasta la merienda me llevaba a la escuela, su vida era yo, era como su princesita. Ella murió a los 52 años, yo tenía nueve, esto me afectó tanto que ni siquiera lloré hasta varios años después de su muerte, porque yo no concebía por qué me había dejado sola. Ya después de grande lo entendí, pero en el momento fue tan fuerte que hasta dejé de comer, porque no podía vivir sin ella. Eso me marcó mucho.
También me afectó mucho la muerte de mis padres, mi tío-abuelo, mi hermano Miky y del maestro Félix del Rosario, a quien quería bastante, pero ya los dejo que se eleven hasta el encuentro con Dios, como debe de ser.
10. Grandes amigos
Tengo una relación de amistad muy especial y bonita con Juan Luis y Maridalia Hernández. Con ellos hablo antes de tomar cualquier decisión, porque como los artistas somos tan emotivos, a veces tomamos decisiones que quizás no son las correctas. También tengo otros amigos a los que quiero como mis hermanos, son de mucha confianza, como es el caso de Silvestrina Rodríguez, Linette Santana y Aura Martínez. Hay otros más a quienes quiero y pido disculpa si se me escapan.
Una experiencia maravillosa
Yo grababa anuncios con Juan Luis Guerra, luego él se fue a estudiar a Boston y en uno de esos viajes musicalizó un poema de Antonio Machado que yo grabé en 1980, con arreglos de Manuel Tejada, y siempre estuvimos cerca.
Entonces en 1988 me hablaron para formar parte del grupo, pero no fue hasta el año 1989, después de haber tenido mi última bebé, cuando formalicé mi entrada. Esto para mí no fue tan difícil porque ya estábamos compenetrados en otros trabajos. Pertenecer al Grupo 440 ha sido para mí una experiencia maravillosa. Sigo en 440, y aunque he estado de licencia por problemas de salud, todo sigue igual como siempre, mis compañeros son como mis hermanos, tenemos una muy bonita relación.
Fueron momentos duros
El no haber tenido a mi padre ahí cada vez que yo así lo deseaba, fue muy difícil para mí. Pero esto nunca marcó mi carácter, soy una persona muy amorosa y tengo una gran capacidad de amar y perdonar. Cuando tú no tienes la presencia de tu padre o de tu madre obviamente se sufre.
De todos modos, tuve en otro ser humano, como mi tío- abuelo Alejandro, esa figura paterna que yo necesitaba. Aunque cuando me encontré con mi padre biológico Abigaíl, lo viví mucho, lo disfruté y lo amé profundamente. Una de las cosas que mi madre me enseñó fue a dar amor y perdonar. Creo que es la cosa más importante que pueda tener un ser humano. No tengo en mi corazón rencor contra nadie, al contrario, siempre pienso que cada quien actúa por su circunstancia.