Niní Cáfaro:“Ningún artista ha sobrevivido con el arte”

A pesar de estar consciente de su hermosa voz y de que, en su momento, se convirtió en un artista de gran popularidad, tanto dentro como fuera del país, Niní siempre supo que no sólo del canto podía vivir el artista domi

A pesar de estar consciente de su hermosa voz y de que, en su momento, se convirtió en un artista de gran popularidad, tanto dentro como fuera del país, Niní siempre supo que no sólo del canto podía vivir el artista dominicano. A esta reflexión contribuyó grandemente su inolvidable tía Carmelita, quien sabiamente le aconsejó no abandonar sus estudios, porque: “lo que aprendiste siempre se queda contigo, en cambio la vida del artista termina cuando cesan los aplausos”. Él siguió este consejo, aunque nunca dejó del todo su carrera artística, de la que con orgullo cuenta que arriba a sus 53 años.

De este y muchos temas conversamos con el hoy flamante director del Teatro Nacional, para quien haber visto a su padre consumirse víctima del cáncer es, sin lugar a dudas, el recuerdo más triste de su vida. Pero muchos años atrás, entre Gazcue y Ciudad Nueva vivió una infancia feliz, llena de diversión y una juventud cargada de historias, que a veces eran cantadas bajo una ventana y otras en importantes festivales internacionales. Se declara un hombre sumamente feliz, en el umbral de los 73 años, niega que haya encontrado la fuente de la eterna juventud y egoístamente se la haya guardado sólo para sí: “nada de eso, solo hago mucho deporte y como sanamente”.

1. Infancia
Mi vida comenzó en San Pedro de Macorís, pero no recuerdo nada de ese tiempo porque vine muy pequeño a la capital, por eso para mí la niñez comienza en San Carlos, ahí viví muchísimos años, ya voy casi para 73 años. Recuerdo muy bien el parque San Carlos, y la iglesia. Siempre recuerdo la calle 16 de Agosto que la bajaba en bicicleta. Recuerdo mucho a nuestros vecinos. De ahí pasamos a Gazcue, recuerdo que en ese entonces estaban construyendo la clínica San Rafael. Ahí llegué en la adolescencia, me hice profesional y me casé.

2. El año 1959
Desde los once años pertenecí a la Escuela Cantora, que dirigía el hoy monseñor Rafael Bello Peguero. Esos fueron mis primeros pininos como cantante de música sacra. De ahí comencé a cantar, porque el que canta en un coro puede cantar todo bien. Entonces empecé a dar serenatas a las muchachas del colegio La Milagrosa, hasta que llegó el año 1959. Para mí ese fue el año más importante como artista. Fue cuando asistí a un programa de televisión llamado La Hora del Moro, del maestro Rafael Solano. En ese programa se estaban buscando nuevos talentos, porque Rahintel era una televisora nueva, que no contaba con los grandes artistas que estaban en La Voz Dominicana. Tú llegabas a ser profesional si el público te aceptaba, primero en La Hora del Moro y después, al otro día, en un programa que se transmitía en la noche. Recuerdo que La Hora del Moro se transmitía los domingos y ese día, todos los muchachos del barrio Ciudad Nueva, me estaban esperando para cargarme en brazos. Fue un jubileo de ellos,  me pasearon por todo el sector. Ese año inicié mi carrera profesional que ya se acerca a los 53 años.

3. Vivo de milagro
Cada vez que lo recuerdo, me digo que no sé cómo estoy vivo. En el patio de nuestra casa habían unos árboles altísimos de Pan de Fruta, que hoy día yo los veo y me doy cuenta que son muy débiles y nosotros nos subíamos y nos tirábamos como Tarzán y saltábamos y volábamos por los aires. Me imagino que en ese entonces éramos tan flaquitos que por eso no nos caímos y nos matamos. Recuerdo que, una vez, en el parque San Carlos jugando con mis hermanos, somos cinco hermanos, en aquel entonces éramos cuatro, peleando entre nosotros me caí en uno de los bancos del parque y se me rompió la clavícula. De las travesuras más grandes que hacíamos era irnos de San Carlos a Gazcue a marotear. De San Carlos a Gazcue era solamente bajar la calle 16 de Agosto.

4. Serenatas
En Ciudad Nueva comenzamos a dar serenatas, entonces una hermana de Rafael Solano escuchó la canción Amor Delirio, que la cantaba Héctor Pardo y que aquí popularizó Arístides Incháustegui, entonces ella me escuchó y le dijo a su hermano: “mira, yo oí a un muchacho cantando una canción como nadie”, y él le pregunto: ¿hay forma de contactarlo? Ella le contó que yo le había dado una serenata a las hermanas Thomas, que estaban en el colegio La Milagrosa, y por ahí fue que me consiguió.

5. Un complejo
Yo nunca he sacado a bailar a una mujer sin conocerla. Te voy a explicar por qué.  Sucede que cuando yo era muy pequeño, mi papá nos llevaba a la Casa de España, que entonces estaba donde hoy está ubicado el Colegio de Ingenieros. Esa era una época en que tú tenías que pedirle permiso al papá de la muchacha para bailar con ella. Un día, yo le pedí permiso al papá de una joven y él me lo concedió y cuando le pedí a ella que bailáramos me dijo que no. Desde ese día jamás volví a invitar a una mujer si no estaba seguro de que ella me diría que sí. Yo tenía como 10 años.

6. Carreras paralelas
Nunca me he dedicado solo al arte. Terminé mi carrera universitaria en el año 1967, porque nunca me aferré solo a ser artista, porque en este país el artista no avanza. Yo en realidad no le tenía confianza y creo que no me equivoqué. Los artistas que comenzaron  igual que yo, ninguno ha podido sobrevivir con el arte, porque las condiciones del país no se lo permiten. Si tú no lo necesitas como la base principal, las cosas aparecen más fáciles. Yo siempre he tenido otro trabajo, duré 21 años en el Servicio Nacional de Malaria, pasé de ahí a Cervecería Nacional Dominicana, donde estuve por 27 años. Soy jubilado del Grupo León Jimenes. De ahí pasé al Teatro Nacional. Pero el arte me ha reportado beneficios y satisfacciones. Todavía hoy sigo cantando. Canté en el Teatro Nacional por el cincuenta aniversario de la PUCMM y en el Gran Teatro Cibao por el 50 aniversario de la Asociación Cibao.

7. Mi primera grabación
Mi primer disco lo grabé en 1962, era una canción sobre los presos políticos que se llamaba Violeta, recuerdo que después la grabó Joseíto Mateo, la mía no se oyó y la de él sí, porque tenía ritmo. Después llegó mi gran oportunidad, que fue en el año 1965. En ese año grabé un disco que se llamaba En Ruinas, que fue un hit nacional. En ese entonces cuando uno vendía 13 mil copias de un disco era un récord y yo vendí más de esa cantidad. Con ese disco compré mi casa.

8. Mi tía Carmelita  
Del arte aprendí que eres dueño del público mientras te está aplaudiendo, por eso siempre recuerdo las palabras de mi tía Carmelita, cuando en el año 1959, para una Semana Aniversario, vino un cómico que se llamaba Berdaguer, y yo estaba haciendo un show en el hotel Hispaniola y el elenco que vino a la Semana Aniversario estaba hospedado ahí y fueron a ver el  show. Ese señor me quiso llevar a México, pero yo estaba estudiando mi carrera universitaria, entonces mi tía Carmelita me dijo: “mira mi hijo, la vida de un artista es muy bonita, porque te llenan de elogios, pero el día que te dejan de aplaudir ahí termina tu vida artística. En cambio, si prosigues tus estudios no importa qué otras cosas hagas, lo que aprendiste se queda contigo”. Yo proseguí mi carrera y pude cosechar logros en mi carrera y también cosechar los aplausos como artista.

9. Mis padres
Me impactó mucho la muerte de mi padre. Mi madre vivió hasta los 97 años. Lo de mi papá fue muy duro, él tuvo un cáncer de próstata que se le pasó a los huesos, y era un hombre muy fuerte, y yo verlo de 70 libras, para mí fue muy duro. No duró lo que esperábamos, murió de 77 años.

10. Los festivales
Fui el primer artista dominicano que ganó un concurso en el año 1968, en noviembre con la canción Por Amor, en el Festival de la Canción Dominicana; también  asistí a un festival internacional, que fue el Primer Festival Latino de la Canción en el Mundo, donde participaron 62 países y sólo 7 ganamos medallas de oro, entre ellos, Lucecita Benítez, José Luis Rodríguez y Denisse Dekalaff.  l

Un hombre con prioridades

En estos momentos mi prioridad es el Teatro Nacional, yo estoy entregado a mis labores aquí, del mismo modo que lo hice cuando estaba en la Dirección de Malaria, como lo hice cuando estaba en el grupo León Jimenes.

Siempre le doy tiempo completo a la empresa en la cual trabajo y canto en el tiempo que puedo hacerlo.

En los 27 años que estuve en el Grupo León Jimenes, los fines de semana o durante mis vacaciones me dedicaba a cantar. Ahora el teatro es mi prioridad, aunque te confieso que cuando llegué a la dirección yo no tenía ni idea de que llegaría aquí.  Un día el señor ministro me dijo que el Presidente me había elegido de una terna para ocupar la dirección del Teatro Nacional. Entonces  me propuse un plan de trabajo, lo primero que pensé fue que yo sabía ser gerente, fue lo que aprendí desde joven, sabía ser jefe, ya lo había sido tanto en el Servicio Nacional de Malaria como en la Cervecería. Así que sólo era cuestión de implementar las cosas que vayan en beneficio del teatro. Comenzamos por mejorar el aire de las salas y acondicionar los baños. Tenemos un calendario lleno hasta el 2013. Hasta ahora somos autosostenibles.

Premio
Participé en el Festival OTI, que en 1973 se celebró en Brasil. Gané el tercer lugar, no obstante que mi puntuación fue mayor que la del primer y segundo lugar”.

Miedo escénico
Yo sé que sé cantar, pero le tengo un gran respeto al público y hasta que no salgo al escenario y trato de vencer al público que está frente a mí, no estoy tranquilo”.

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