“El Merkozy” y el Tratado de Lisboa

El Tratado de Roma de 1957, que establece la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM),…

El Tratado de Roma de 1957, que establece la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM), así como el Tratado de Maastricht o Tratado de la Unión Europea firmado el 07 de febrero de 1992, en el que por primera vez se instituyen de manera crucial compromisos estatutarios que sobrepasan la imagen de Comunidad Económica y se le confiere a la misma una vocación de carácter político, son evidentemente los antecedentes de mayor importancia en la conformación definitiva de la Unión Europea que conocemos hoy y que quedó sellada con la adopción del Tratado de Lisboa firmado en el 2007, pero que entraría en vigor el 01 de diciembre del 2009.

Casi diez años fueron necesarios para que, luego del fracaso por instaurar una Constitución Europea, se pusiera en vigor el Tratado de Lisboa que otorgaba a la UE la personalidad jurídica necesaria para firmar acuerdos internacionales vinculantes.

Hoy, a sólo dos años de la puesta en vigencia de este Tratado, el personaje bidimensional compuesto por los apellidos de los presidentes de las dos primeras economías de la UE, Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy, el “Merkozy”, lo coloca sobre la mesa de negociaciones de la Cumbre que se celebra desde ayer jueves en Bruselas, con la intención de que, al modificarlo, se creen las condiciones necesarias para reencaminar las acciones hacia el rescate del bloque económico europeo.

¿Llegarán estos Estados, con economías disímiles, a un acuerdo satisfactorio para la modificación, o mejor: sobre la premisa de que se tardaron diez años en adoptar este Tratado, podría modificarse tan fácilmente y en un tiempo récord hacerlo aplicable y vinculante y más importante aún, soportaría un tiempo más la UE esta crisis que atraviesa?

Las medidas adoptadas sobre la base de las modificaciones logradas allí ¿serán satisfactorias o pasará como en las 26 reuniones ordinarias y extraordinarias de este tipo que se han realizado desde la crisis del 2008?

A propósito, cada cumbre se traga alrededor de 10 millones de euros en su organización, por lo que hasta ahora, solo en esta clase de reuniones la UE se ha gastado cerca de 240 millones.

¿Cuáles son los elementos que se buscan insertan en las modificaciones al Tratado?

Primero, la legislación primaria de la UE no tiene mecanismos que obliguen a los países a cumplir las normas en que se sostiene el euro por lo que, sobre la necesidad de una integración fiscal plena, se busca establecer sanciones automáticas contra el incumplimiento fiscal de los países miembros.

Segundo, el binomio “Merkozy” promueve una integración fiscal vinculante que pueda ser supervisada, dirigida y sancionada desde Bruselas en caso de incumplimiento.

Tercero, se busca arribar a un acuerdo que permita que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) comience a aplicarse desde ya y no esperar a mediados del 2013 como estaba originalmente previsto.

Desde ya se ciernen sobre esta cumbre augurios de fracaso. La calificadora norteamericana de riesgos Standard & Poor’s a principios de semana ha adelantado unas medidas que ponen en riesgo el financiamiento de la deuda europea pues al tiempo que anunciaba que el FEEF estaba bajo supervisión negativa, ponía además bajo vigilancia a 15 de los 17 Estados que conforman la Eurozona y a toda la deuda de la UE la cual goza de la calificación AAA desde hace décadas. Si a la UE en conjunto le fuera rebajada esta calificación, el nivel de desconfianza de los prestamistas aumentaría aún más de lo que está ahora provocando que el financiamiento necesario de la deuda se convierta en una quimera y por tanto, empujando a la desaparición del euro.

Una modificación como la propuesta por Merkel y Sarkozy conlleva necesariamente, además, la concesión de una porción de la soberanía de los Estados Miembros de la UE a favor de Bruselas que se convertiría en monitor, supraministerio y juez de las políticas fiscales, presupuestarias y del nivel de la deuda permitido a cada país de acuerdo a su PIB, algo en lo que algunos países están en desacuerdo y que Londres ha amenazado con bloquear si no se atienden sus reclamos de que no se toque el mercado común europeo y de que se garantice su posición de centro financiero a nivel global.

Mientras tanto, el mundo y los mercados financieros globales observan con nerviosismo el desenlace del desgaste progresivo de la situación económica europea. Y por otro lado, como en estos procesos nada es de un mismo color, los más escépticos se preguntan: ¿quién se estará lucrando con todo esto?

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