“El político-comunicador”

Para Moisés Naim, el poder hoy día es más fácil de ganar, de perder y, a la vez, de ejercer que antes. Y, por los abundantes ejemplos que cita se podría concluir en que es muy sólida su tesis (El fin del poder. 2013, 433 p.)

Para Moisés Naim, el poder hoy día es más fácil de ganar, de perder y, a la vez, de ejercer que antes. Y, por los abundantes ejemplos que cita se podría concluir en que es muy sólida su tesis (El fin del poder. 2013, 433 p.)De igual forma analiza muchas formas o maneras de ejercer el poder. Una de ellas es al través de los medios de comunicación, tanto los tradicionales como los modernos.

Nuestro país podría ser prototipo del primer modelo. Aquí pululan los teóricos, los sabelotodo, quizás los menos dañinos, conjuntamente con los que usan los medios de comunicación para denostar, amenazar, injuriar e intimidar, estos son los más peligrosos para la paz, la salud y la estabilidad social y política de la nación.

Algunos llevan décadas en esto. Otros, menos tiempo. Pero todos se creen dueños de la verdad absoluta y pontifican de forma tan apasionada que parecen creer en los monstruos que avizoran quieren corroer el tejido social, para los cuales sólo ellos tienen el antídoto, pues “su” verdad es “la” verdad.

Además, estos creadores de desesperanzas, temores y frustraciones, coinciden en lo vacío de sus planteamientos esenciales y en la inexistencia de apoyo social de sus posturas.

¿De dónde le viene el poder de ese político-comunicador que critica a tirios y troyanos, que parece que la salud de La Patria dependiera de sus gestos rebuscados y ceño fruncido? ¿Acaso será “la verdad” la que ellos manejan, desdoblan y acomodan? ¿Debería la Patria recorrer el camino trazado por ellos, quienes venden su opinión, como el vendedor de arepas en la UASD o la friturera de la esquina del barrio? ¿Hasta cuándo soportaremos esta degradación constante de la opinión?

Algunos, herederos de torcidos designios dictatoriales, son tan “pechuses” que muerden la mano del que les da de comer, le enrostran lo poco de la comida que les da, le dicen que cocina mal y, para colmo, que debe dejar la cocina para un cocinero mejor. Esto aunque nunca, familiarmente hablando, haya estado de lado de las mejores causas nacionales.

¡Dios! Qué nivel de resistencia tienen algunos, que estoicismo al mejor ejemplo de Cicerón. ¡Qué fortaleza! ¿O será que magnifico estas opiniones, que realmente no son tan influyentes como las creo, que no son más que útiles necesarios, aunque díscolos, a los que es mejor dar unas migajas del “boato” estatal?

La política nacional es “puñaladas traperas”, “saltos al vacío”, “teorías de la conspiración”, “monólogos y diálogos entre sordos”, “imposiciones”, “supuestos peligros” y “corrupción galopante”.

¡Qué bajo espectáculo, que falta de decoro!

¡Ah, la vida!

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