En la calentura de una pelea verbal, apelamos a las palabras más hirientes y ofensivas. No se toma en consideración lo “qué no decir”, aunque signifique la seguridad de nunca herir a nadie al grado de luego arrepentirnos. Especialmente en pleitos que involucran seres queridos.
Muy humano hallarnos triunfantes y desahogados al “suapear el piso” con quien lo mereciera, desde nuestro parecer.
Sólo que con lo cambiante de la vida, esa gozosa “pela de lengua” pudiera cerrar puertas que quizá alguna vez necesitemos abiertas.
Lastimar sentimientos de familiares o amigos de manera insalvable. Inicia otra semana de luchas; quizá estemos pensando en mucho qué tenemos para decir, por empoderarnos. También vigilemos “qué no decir”. l
