Llegar a los 80

El Evangelio de Mateo capítulo 7 versículos 16 y 17 dice: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos”. Y esa verdad bíblica se aplica con toda amplitud&#8

El Evangelio de Mateo capítulo 7 versículos 16 y 17 dice: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos”. Y esa verdad bíblica se aplica con toda amplitud en la vida de los seres humanos. Cada persona cosecha lo que siembra y es valorada por el amor y la solidaridad que muestra para con los demás. Cada persona muestra la calidad de sus buenos frutos cuando con su propio accionar, con su gran amor prodigado, con su protección y ternura, sus acciones se convierten en gotas de rocío que reviven las flores en las madrugadas.

En la vida tenemos seres humanos que nos marcan para siempre con su ejemplo y cuidado. Que son pilares para el sostén de nuestro andar en este mundo lleno de tantas situaciones difíciles. Son ejemplos poderosos que nos iluminan el sendero y nos mantienen apegados a una actuación que se corresponda con la visión de Dios, siempre sembrando amor sin importar cuáles son las situaciones por las que estemos atravesando. Esos seres son como ángeles que Dios pone a nuestro lado como un regalo permanente para aprender a sembrar amor, ilusiones, sueños, esperanzas, fidelidad y solidaridad.

Esos seres especiales son nuestras madres. Ellas nos traen al mundo por obra y gracia de Dios y nos educan y nos forman con su ejemplo y su amor sin límites. En mi caso particular, el Señor me ha dado dos madres extraordinarias que me han servido de soporte, apoyo y estímulo para caminar en la vida sin perder la orientación y sin dejar de siempre hacer el bien. Se trata de mi madre Publia Jiménez -Pita- y de mi suegra Lidia Santos -Mami Lidia-. Ambas ya han alcanzado sus 80 años y hoy las miro y las quiero con más valor que nunca.

Llegar a los 80 años es una proeza digna de encomio cuando esos años están llenos de agradecimiento, de bondad, de buenos ejemplos, de amor entregado sin reservas y de una buena cosecha en su descendencia. En Pita y en Mami Lidia todos sus descendientes hemos encontrado un manantial de buenas acciones, un arcoiris siempre pintado de cariño y de ternura, una fuente de agua viva para beber de la sabiduría de Dios.

Para ellas, llegar a los 80 años es una honra y un pedestal de dignidad. Pita los cumplió hace cuatro años y Mami Lidia los cumple hoy. Ambas han asumido a Jesús como su Señor y su salvador y caminan con dignidad por esta linda etapa de sus vidas. Y por ambas, con la humildad y el agradecimiento sincero de mi corazón protegido por ellas, elevo una sencilla oración de agradecimiento y de amor por sentirme hijo protegido, querido y amado. Deseo que nuestro Dios Todopoderoso les de larga vida a nuestro lado y nos permita seguir recibiendo de ellas para poder entregar a nuestros hijos e hijas. !Gracias Pita y felicidades Mami Lidia!.

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