En los 75 años de Migración

Hace muchos años, en los tiempos aquellos, la Dirección de Migración formaba parte de los mecanismos de control, pero especialmente de cateo político.

Hace muchos años, en los tiempos aquellos, la Dirección de Migración formaba parte de los mecanismos de control, pero especialmente de cateo político. Sintonizaba con las políticas de “seguridad nacional” de la época de la guerra fría. Interesaba perfeccionarla para asegurar una frontera más que física, ideológica, en atención a lo que demandaba el combate contra las corrientes progresistas.

Con la caída del muro de Berlín y la atenuación de las tensiones Este-Oeste, se pensaba que la vigilancia sobre las fronteras territoriales, espaciales y virtuales, perdería importancia. Pero el resurgimiento de guerras ideopolíticas y religiosas cambió los paradigmas. Y el control de las fronteras cobró otra dimensión.

La globalización de la economía, la expansión de los medios electrónicos y las redes de comunicación, estimularon los flujos migratorios. Los desabastos y encarecimiento de los alimentos, la degradación de la vida en los países del tercer mundo, la crisis en los países del primer mundo y el aumento de las expectativas aspiracionales de pueblos disminuidos, estimularon el tráfico irregular.

La expansión del transporte, el tráfico ilegal de personas y de drogas han influido también para que el concepto de control migratorio adquiera otra dimensión.

¡Cuántos factores globales influyen sobre la vida de los países! Todo ello sin considerar los ingredientes particulares de cada país, especialmente aquellos que comparten fronteras. Como España con Marruecos, Estados Unidos con México, República Dominicana con Haití. La gente se mueve hacia el polo de mayor desarrollo relativo.

En ese panorama global es clave que la República Dominicana se empeñe en afirmarse en una política migratoria de más calidad. De mayor control del tráfico humano ilegal, defendiendo y mejorando los instrumentos que garanticen el imperio de la ley en todo su territorio, y especialmente, para evitar las presiones humanas sobre zonas vulnerables o de imprescindible preservación para el mantenimiento del equilibrio ambiental.

La ley de migración 285-04, y especialmente su reglamento, se adecúan a la nueva realidad nacional y global. Bueno que sea así cuando la Dirección de Migración entra a su etapa de madurez: 75 años. Ocurre en un momento crucial para la vida institucional dominicana.

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