Cuando el dictador Ulises -Lilís- Heureaux (1845-1899) fue asesinado el 26 de julio de 1899, era un hombre rico. Tenía acciones o participación en múltiples actividades de negocios con empresarios y “amigos”. Pero desde el momento en que se confirmó su muerte, todo comenzó a cambiar. En el balance final aparece muy poco del conjunto de las propiedades de Lilís.
Socios y testaferros comenzaron a deshacer pruebas y en días borraron las más importantes. Los antiguos socios “aclararon” con vehemencia que nunca tuvo inversiones en sus empresas y otras propiedades. En “Ulises Heureaux biografía de un dictador”, la historiadora y educadora Mu-Kien Adriana Sang, hace una descripción que permite una idea del ambiente reinante post asesinato. “Muerto Heureaux, sus antiguos aliados quisieron limpiar o negar sus relaciones con el difunto, presentándose ante el nuevo gobierno como desligados de negocios turbios. Por otra parte, desaparecido el Jefe, no había nadie a quien temer ni a quien dar cuenta, por lo que esos mismos aliados aprovecharon la circunstancia y se quedaron con la mayoría de los negocios. No era, por consiguiente, extraño que el desorden y la confusión reinaran en aquel recinto, tan tardíamente sellado del Palacio”.
Como lo anota la historiadora, que cita entre sus fuentes el Resumen General del Activo y Pasivo de la Sucesión Heureaux, las irregularidades en las operaciones realizadas, sumadas al caos producido por el asesinato del dictador, facilitaron que sus antiguos amigos-aliados, demostraran a la comisión formada luego de la muerte, que su participación en los negocios que dirigían era nula. Después de la muerte se achicó el patrimonio y crecieron las deudas que se imputaban al difunto. “Desaparecieron acciones y propiedades de Heureaux, aparecieron cientos de personas con vales que acreditaban al dictador como deudor. Dada la falta de pruebas de la veracidad o no de estos vales, la mayoría fueron incorporados a la deuda del dictador”.
Al final los bienes de Lilís se calcularon en dos millones 877,228 pesos oro con 68 centavos y la deuda ascendió a dos millones 438,779 pesos oro con 82 centavos. Los sucesores de Lilís sólo heredaron 439,448 pesos oro con 86 centavos.