Los juegos olímpicos, sus enseñanzas

Representan países ricos y pobres, en paz y en guerra. Se enfrentan asiáticos, africanos y sajones. Llegan de gobiernos de izquierda y de derecha, de monarquías y repúblicas. Compiten judíos y musulmanes en el mismo escenario. Están en la cancha&#82

Representan países ricos y pobres, en paz y en guerra. Se enfrentan asiáticos, africanos y sajones. Llegan de gobiernos de izquierda y de derecha, de monarquías y repúblicas. Compiten judíos y musulmanes en el mismo escenario. Están en la cancha ateos y cristianos. Los 5 aros entrelazados representan los 5 continentes. Son los Juegos Olímpicos, ahora en Río de Janeiro. Así debe ser la vida.

¡Qué hermoso! ¡Cuánto une el deporte! No existen muros abstractos o materiales que dividan, ni visados para compartir con hermanos de otras latitudes, ni anuncios y filas en los aeropuertos donde unos tienen preferencias sobre otros. Solo los talentos hacen la diferencia accidental entre hombres y mujeres iguales ante Dios. Y aquel que discrimine es sancionado.

Me encanta observar la pasión de los atletas en el terreno, el agua o bajo techo, donde el nombre de su país también está en juego. Cada uno se entrega con ganas, no importa que pueda quedar lesionado, solo ser parte de la historia los anima a dar todo de sí y tratar de regresar a su patria con una medalla y ser recibido como héroe.

Todos sueñan con ser campeones en buena lid. Allí la trampa no florece, quien la intenta es expulsado y sufre el desprecio colectivo. Esto nos muestra que la ambición sana, esa que va unida a los nobles propósitos, nos motiva a avanzar, a vencer obstáculos y a apreciar lo que somos capaces de conquistar.

Nuestro techo tiene la altura que le construyamos. Seamos optimistas, que ese sentimiento es mágico y transforma para bien lo que tocamos. Ganar o perder no debe marcarnos para siempre, pero sí hacer lo correcto, desempeñar con dignidad nuestra misión y que nuestra conducta sea de tal modo que pueda ser ejemplo de moral universal.

En el deporte un atleta no puede hacer lo que quiera. Se debe a los demás. Es condición de las personas superiores reconocer que todo proyecto o meta se obtiene uniendo voluntades, cada cual asumiendo su responsabilidad y punto, siempre en armonía con el conjunto, ya que una desviación de apenas uno puede ser fatal para el conglomerado.

En los pueblos ocurre igual. Las sociedades avanzan si tienen nociones claras sobre su futuro y si sus miembros se mantienen abrazados en las ideas y en la acción, con propósitos definidos, con un alto sentido de compenetración y comprensión para poder desarrollarse.

Los Juegos Olímpicos tienen enseñanzas que traspasan lo deportivo. Podemos aprender mucho de ellos. Disfrutemos ese gran espectáculo, que si asimilamos sus buenos ejemplos seremos mejores ciudadanos. Sin dudas, estos juegos representan una hermosa muestra de confraternidad de las naciones del mundo.

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