Sí a los maestros, pero…

Decirle que no a los maestros  siempre será complicado. Son ellos quienes tienen a cargo una misión tan delicada como formar a los seres humanos y fomentar junto a la familia valores de ciudadanía responsable. Por eso, siempre los vemos con respeto&#8

Decirle que no a los maestros  siempre será complicado. Son ellos quienes tienen a cargo una misión tan delicada como formar a los seres humanos y fomentar junto a la familia valores de ciudadanía responsable. Por eso, siempre los vemos con respeto y en casos muy especiales con veneración. Lo saben ellos mismos muy bien.

El año pasado el país vio culminar uno de los procesos más participativos y democráticos, que fue la implantación del  4 por ciento del PIB en el presupuesto nacional. Fue el producto de una lucha en la que los educadores no estuvieron ausentes, pero fue protagonizada mayormente por actores muy dinámicos de la sociedad.

Todo el esfuerzo por el 4% se centraba en la mejoría de la calidad de la docencia, en crear las condiciones para que ningún niño se quede fuera del sistema educativo por falta de aulas. Naturalmente, en todo eso está el recurso humano, el educador.

Nuevos recursos crean mayores expectativas. Las aspiraciones de los profesores son legítimas. Los salarios de los maestros son una vergüenza. ¿Puede un educador con una tanda sobrevivir con un básico de RD$8,972? De ninguna manera. Es un salario de miseria. Esa es una de las razones por las cuales muchísimos jóvenes no se animan a dedicarse a la docencia.

Pero hay más. Cuando se habla de las debilidades del sistema educativo, en lo que se piensa es en la baja calificación de los educadores. Misma condición que luego se reproduce en el egresado.

El tema es demasiado complicado y amplio, y no se puede sintetizar en un breve comentario, lo que sugiere que el reclamo de los profesores debe conducir a otro escenario. A ciertos reconocimientos, incluso, del gremio profesoral. Hay consenso en que el cuerpo docente tiene que ser reentrenado. El programa de enseñanza de los futuros educadores tiene que ser revisado.

Mejoremos la calidad de vida de los educadores, pero debe verse la escuela en su conjunto, incluido el uso de los recursos. Un pacto por la educación es fundamental.

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