La prensa ha reseñado el hurto de propiedades públicas que no alcanzan a llamar la atención de las autoridades, pero que constituyen graves delitos contra la ciudad. La sola mención de los objetos robados produce una enorme pérdida del ánimo, porque podría llevar a la falsa conclusión de que somos una sociedad de cleptómanos. Las hazañas incluyen el robo de bustos de próceres, tapas del alcantarillado, alambres de teléfonos y del cable, así como de las redes de electricidad. La lista es mayor todavía. En amplias zonas comerciales y residenciales quedan ya muy pocos letreros de bronce y las preferencias de los hábiles delincuentes dedicados a esa tarea incluyen las verjas de metales que rodean edificios y parques públicos, como el lugar turístico de Los Tres Ojos, el Jardín Botánico y el antiguo parque zoológico, entre otros.
Lo más grave de todo esto es que las autoridades, que se sepa, no han podido dar con esos maleantes, por más que la lógica sugiera que estos objetos robados sólo pueden comercializarse en unos cuantos, muy escasos, establecimientos industriales. Las versiones más socorridas dicen que estos objetos, todos de metales, se funden en fábricas dominicanas para ser exportados a China, que importa toda clase de material para su industria creciente. Cualquiera sea lo que se haga después con estos objetos, la verdad es que estamos ante un hecho inaudito. También se han mencionado robos del alumbrado del puente Juan Bosch y del Estadio Olímpico.
De manera que la capacidad de depredación de algunos dominicanos no tiene límites ni fronteras. Y esta práctica delictiva, por supuesto, no se detiene con los autores materiales de las sustracciones de estos bienes públicos, sino con aquellos que la alientan adquiriendo estos objetos con fines comerciales. Son muchos los que ante esos hechos se preguntan: ¿adónde llegaremos si esto sigue?
Miguel Guerrero es escritor y periodista
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En el mundo  actual existe una especie de nuevo mecanismo internacional que está determinando el curso del proceso económico. Se trata del denominado Países BRIC, el cual se refiere a cuatro naciones que en la última década han liderado el crecimiento económico mundial y se han convertido en los referentes para toda economía que quisiera caminar por la senda de la consolidación y de la estabilidad económica y social.

El nombre surge de la primera letra de esos cuatro países: B de Brasil, R de Rusia, I de India y C de China. Estas cuatro naciones llevan cerca de una década teniendo un enorme crecimiento de su PIB, desarrollando un extraordinario aumento de su capacidad de comercio internacional, desarrollando una enorme capacidad de empleo y aumentando de manera extraordinaria la capacidad de ingreso y de consumo de sus poblaciones.

Hoy día, los países BRIC suman más del 50% de la población mundial y más del 40% del territorio del planeta. Asimismo, tienen más del 40% del PIB mundial y en muchos renglones son las primeras economías del mundo. Por ejemplo, Brasil y Rusia son los mayores surtidores de alimento del mundo, mientras China e India son los mayores proveedores de tecnología y servicios. China es el primer país del mundo en fuerza laboral y en reservas internacionales, mientras la India es el segundo en ambos aspectos. Brasil es el quinto país en fuerza laboral, mientras que Rusia es el sexto. Estas cuatro naciones son las que determinan hoy el curso económico de la humanidad, hasta el punto que la grave crisis que vive Europa hoy, una de las salidas que más se busca es la compra de su deuda por parte de los países BRIC. 

Pero, ¿cuál fue la clave para que estas cuatro naciones pudieran convertirse en potencias económicas mundiales? Los estudiosos de los Países BRIC establecen que los cinco aspectos que determinaron ese proceso fueron: una gran inversión en educación, una política agresiva para incrementar la inversión extranjera directa, políticas públicas para incrementar el ingreso y el consumo de la población, propiciar una cada vez más justa distribución de los ingresos y de las riquezas de la sociedad y el desarrollo de un gran espíritu empresarial para todos los habitantes.

El ejemplo de los países BRIC es muy aleccionador para naciones como la nuestra. Primero, para saber que debemos acercarnos a esas naciones, en especial a Brasil, con quien tenemos excelentes relaciones en todos los órdenes y que podría ser un puente importante para fortalecer nuestra balanza comercial. Y en segundo lugar, para no perder más tiempo en lograr un incremento en la capacidad de consumo y de ingreso de todos los dominicanos, tal y como ha planteado con claridad Danilo Medina.
El autor es economista y comunicador
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