Los políticos y la sociedad

Son muy extendidas las quejas ciudadanas sobre los políticos. A veces parece que los aborrecen. Algunas sociedades, cuando han visto que su liderazgo actúa de espalda a los intereses colectivos, miran en otra dirección y toman decisio

Son muy extendidas las quejas ciudadanas sobre los políticos. A veces parece que los aborrecen. Algunas sociedades, cuando han visto que su liderazgo actúa de espalda a los intereses colectivos, miran en otra dirección y toman decisiones que no siempre resultan afortunadas.A consecuencia de los altos niveles de decepción, los ciudadanos dejan a unos pocos decidir lo que concierne a todos. Semejante comportamiento puede resultar peor que la enfermedad que tratamos de eludir.

La democracia supone que el gobierno debe ser ejercido por quienes han optado por la política. Siempre habrá quejas, pero no hay más alternativa que canalizar los impulsos y aspiraciones sociales a través de los partidos, como base del sistema.

La experiencia en el continente sugiere que los dirigentes surgidos al margen de los partidos conllevan riesgos. El partido supone la aceptación de algunas reglas democráticas, de unos protocolos de conducta que bien llevados conducirían a mejores propósitos.

Los dominicanos valoran el papel de los políticos y los partidos. La desaprobación acumulada tiene su arraigo en la mala conducta de muchos de sus dirigentes. Un estudio del Centro de Investigaciones y Estudios Sociales de Unibe, de 2004, sobre el Estado de la Democracia en el país, sugería que “hay poco interés de la ciudadanía por la política”. 

Sin embargo, ese mismo estudio reveló que nueve de cada diez personas entrevistadas entienden que “los partidos políticos son necesarios para el funcionamiento de la democracia, pero también igual proporción opina que cuando los partidos llegan al poder se olvidan de sus promesas”.

Desde entonces, han pasado algunos años y probablemente la gente sigue pensando igual. Pero está consciente de que, pese a las decepciones, no puede desentenderse de la política, y mucho menos improvisar una decisión. Habrá que confiar en que algún día será diferente.

Entonces, el sueño de Duarte será realidad: “La política no es una especulación; es la ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”.

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