Los retos de Alianza País

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A partir del reconocimiento de que en “La llamada oposición son más las diferencias que las coincidencias de visión, tradición y práctica política” Guillermo Moreno, líder y excandidato presidencial de Alianza País, sostiene, sin embargo que “el desastroso proceso electoral del pasado 15 de mayo, donde…, ha llevado a los partidos de oposición a identificar la lucha por la reforma política electoral, como la cuestión vital para su propia existencia en el futuro inmediato, convirtiéndola en una demanda común que posibilita la unidad de acción entre ellos”.

Las palabras y conceptos de Guillermo Moreno no dejan lugar a dudas: Alianza País se ha decidido por la opción de la coordinación y la unidad de acción con el PRM, el PRSC, la FNP, el PQDC, la APD y otros actores políticos, en un solo bloque opositor unificado.

Esa fue una aspiración, en la pasada campaña electoral, a la que le dedicó una buena parte de su tiempo y de su salud el recién fallecido Hatuey De Camps, y la que suscitó, por lo menos de la boca para afuera, la identificación y apoyo de la abigarrada constelación de grupos opositores, que no fueron capaces de concretarla presentándose, por separado, en 7 candidaturas presidenciales.
Sería provechoso saber si en sus reflexiones y balances post 15 de mayo, el líder y excandidato presidencial y el equipo dirigente de Alianza País, han considerado la posibilidad de ejecutar una línea de actuación opositora pautada por las críticas y denuncias inteligentes, y las propuestas de políticas públicas creativas, y privilegiando los acuerdos y las acciones de unidad, con las fuerzas políticas y sociales más próximas o afines, como son, a mi entender, el Movimiento Patria para Todos (MPT), la Fuerza de la Revolución (FR), el Frente Amplio (PCT-MIUCA-MPD), La Red de Acción Política (RAP) y otras instancias de los movimientos sociales y de la sociedad civil.

Sería bueno conocer también si en sus consideraciones y análisis de la coyuntura política postelectoral, Alianza País descarta o rechaza la acción conjunta en torno a la demanda del “paquete de la reforma política electoral, con organizaciones políticas como el PTD, que preside Esteban Díaz Jáquez, el MIU, que lidera Miguel Mejía, Sol de Quisqueya, que anima el Dr. Onofre Rojas, el PRSD, MODA o inclusive el propio PLD y el PRD.

Sería oportuno y conveniente, asimismo, conocer, la lectura que desde Alianza País se tiene sobre el significado político de acciones, gestos y señales, como las siguientes: la visita encuentro del alcalde del Distrito Nacional, David Collado, al Presidente de la República, Danilo Medina; la propuesta del Pacto – Nación del Diputado nacional del Frente Amplio, Fidel Santana, las cartas de Quique Antún a monseñor Agripino Núñez; el surgimiento del grupo de presión mixto (Empresarial – Sociedad Civil) Iniciativa por la Institucionalidad Democrática, las declaraciones de los voceros del PRM en la Cámara de Diputados y el Senado.

Más allá de la inexplicable y desconcertante idea expuesta por el Dr. Guillermo Moreno en su artículo “Los Dilemas de la Oposición”, al decir que: “en un país como el nuestro, sin instituciones y sin respeto a la legalidad, es preferible, un millón de veces un proceso electoral dirigido por árbitros confiables; aunque se mantengan las leyes actuales, que ir a un proceso electoral con una nueva legislación electoral, dirigido por árbitros bajo el control del oficialismo”. ¿Cuáles son las propuestas reales, concretas, propias o compartidas de Alianza País sobre la Ley Electoral, la elección por el Senado de los integrantes de la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas y la elección de los jueces del Tribunal Superior Electoral, por el Consejo Nacional de la Magistratura?

Sin representación en el Senado de la República y en conocimiento de que la selección de los nuevos miembros de la JCE y de la Cámara de Cuentas, reflejará indefectiblemente las relaciones de fuerzas resultantes de las elecciones generales del 15 de mayo, Alianza País, su líder y su representante en la Cámara de Diputados, tienen de frente el reto de proponer a la sociedad y a la opinión pública nacional, los nombres y perfiles de los hombres y mujeres que consideran más idóneos para ejercer la función de árbitros electorales, en el tramo 2016-2020.

El espacio y la oportunidad de Alianza País para “convertirse en un polo político en el espectro partidarista dominicano” dependerá de su empeño en ser el eje articulador de un nuevo referente político nacional progresista y en una escuela de formación y movilización de una amplia franja de ciudadanos que no se sienten identificados y representados por los partidos mayoritarios tradicionales como tampoco por un buen número de entidades políticas, que a pesar de sus más de tres décadas en la escena política nacional siguen considerándose y llamándose emergentes.

Ese reto supone la puesta en marcha de un conjunto de iniciativas, políticas y tareas organizativas, en dirección de lograr superar, en el curso de los primeros dos años del cuatrienio, el actual estado situacional de lo que podríamos llamar como el campo alternativo progresista, de izquierda y popular. Pero además ya es hora de que en las filas de Alianza País, buscando la verdad en los hechos, se abra un espacio de intercambio y reflexión sobre las tesis de “la dictadura del partido único y el proyecto reeleccionista continuista, que encabeza Danilo Medina” que le han servido de premisa y fundamento a su discurso y acción política.

Si estos supuestos teóricos, peregrinos y errados frutos de la elucubración de dos intelectuales orgánicos de exmilitancia euro-comunista, no son revisados y dejados de lado, Alianza País se expone a profundizar su desconexión con la realidad corriendo el riesgo de aislarse y seguir, “viendo el juego desde las gradas”.

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