Los retos de una familia reconstituida

Luego de una separación de pareja, sobre todo cuando quedan hijos de por medio, hay quienes optan por quedarse solos. Las interrogantes sobre lo que podría vivir con un nuevo marido o una nueva esposa asaltan la mente y la confusión prevalece.…

Luego de una separación de pareja, sobre todo cuando quedan hijos de por medio, hay quienes optan por quedarse solos. Las interrogantes sobre lo que podría vivir con un nuevo marido o una nueva esposa asaltan la mente y la confusión prevalece.

Otro motivo que a veces impide tomar la decisión de empezar de nuevo es verse en el espejo de otros a los que no les ha ido bien al asumir otro compromiso amoroso.

Sin embargo, cada vez hay un mayor número de personas divorciadas que, con el paso del tiempo, vuelven a formar una nueva pareja. Si después de una separación, de mutuo acuerdo o no, ya resulta difícil empezar de nuevo, las cosas pueden complicarse aún más si uno de los miembros o ambos aportan hijos de la primera relación.

Pero hay que estar claros, el hecho de que aparezcan ciertas dificultades para la readaptación de adultos y pequeños a la nueva estructura familiar no significa, necesariamente, que la presencia de los niños sea un factor negativo o perjudicial. Al contrario. Con frecuencia resulta beneficioso para los hijos que su padre o su madre encuentren una nueva pareja.

Para la psicóloga Carmen Virginia Rodríguez, no hay duda de que para las madres y los padres sus hijos son lo más importante, y es esta la razón por la que hay tantas dudas, prejuicios e interrogantes cuando hay que tomar la decisión de asumir un nuevo compromiso con otra pareja.

Aunque hay muchos riesgos de que quebrante la armonía del hogar, lo ideal es que se asuma una nueva relación. Eso sí, dice la especialista del centro Psicológicamente, hay que trazar las pautas desde el principio para evitar intromisión y situaciones desagradables.

“La presencia de una nueva pareja dentro del hogar puede crear conflictos que a veces no sabemos manejar. Es como una lucha de poder, de intereses. Por un lado está la existencia de ex parejas, por otro, los celos de hijos hacia los padres o de la nueva pareja hacia los hijos, que aún es más preocupante”, comenta.

Lo más recomendable
El papel del padrastro o la madrastra aparece en los cuentos infantiles como una figura perversa y conflictiva. En el caso de Cenicienta es la bruja malvada que quiere a su hijastra como criada y en el de Blancanieves es la rival consumida por los celos ante la belleza de la joven. La tipología de estos personajes no es del todo casual ya que los cuentos infantiles, como los mitos, responden a cierta realidad.

Hay tener en cuenta que si ya es complejo, a veces, acceder a la maternidad o a la paternidad y tener una buena relación con los hijos propios, aún pueden darse más complicaciones para establecer una buena sintonía con un niño que tiene otros padres y una historia detrás. Por ello, nadie debe sentirse presionado a querer inmediatamente al hijo/a de la nueva pareja, del mismo modo que no hay que forzar a los pequeños a que acepten al nuevo cónyuge de su padre o madre desde el primer día, como si lo conocieran de toda la vida.

Para que estas nuevas relaciones y vínculos tengan un buen inicio y desarrollo se necesita una gran dosis de paciencia, comprensión y comunicación, así como un tiempo adecuado para que todas las partes puedan elaborar sus fantasías y temores. Sólo después de haber hecho un cierto recorrido podrán valorarse los efectos de la nueva situación.

Según Rodríguez, lo primero que hay que hacer antes de dar el paso de formar una familia “ ensamblada” lo ideal es hacerse la pregunta, tanto hombre como mujer, de si realmente se está preparado para enfrentar ese reto.

Una vez contestada la pregunta, de ser un ‘no’, se recomienda buscar asesoramiento por parte de un profesional…de un terapeuta familiar que le ayude a tomar las decisiones correctas para formar una nueva familia saludable emocionalmente. “Esto es importante, sobre todo si ambos cónyugues vienen de relaciones anteriores. Deben tener las reglas del hogar claras, tanto para uno como para los otros, y de igual manera, si hay hijos, considerarlos como ‘nuestros’ de lado y lado, si esa es la realidad de ambos”.

La psicóloga sostiene que, en familias donde no se han dado separaciones, mantener un ambiente armónico y de paz es de por sí un reto, por ende, cuando las relaciones familiares se amplían y cambian en este caso con divorcios y nuevas uniones, ese reto se multiplica. l

Otros factores a considerar

Uno de los factores a tomar en consideración son los niveles de justicia relacional, o sea, que para todos los miembros de la familia, las reglas, concesiones, permisos, entre otros, se apliquen de igual manera. La justicia es un factor determinante en un buen ambiente familiar.

Por otro lado, ambos cónyugues deben tener claro y respetar que, aunque su matrimonio o unión anterior terminó, esos niños tienen un padre o una madre con deberes y derechos también, o sea, que como padres no debe haber un divorcio con los hijos, resalta la especialista.

Para Rodríguez es importante que la pareja sepa que si ambos tienen hijos, es posible evitar inconvenientes sólo si se saben manejar los niveles de justicia. Evitar las comparaciones entre hermanos y hermanastros es un buen paso.

Es importante reconocer los valores y habilidades de cada quien, y corregir los defectos y actitudes de manera individual.

“Cuando aún tomando estos controles, la situación es difícil, es imprescindible buscar ayuda. Claro, si las parejas tienen el deseo, el amor y la voluntad para trabajar las desavenencias, de lo contrario, como adultos deben buscar una solución”, señala.

Muchas veces el orgullo y la lucha de poder sobre el control llevan a parejas de familias reconstituidas a la ruptura por no saber manejar de manera correcta aquello de ‘los tuyos’, ‘los míos’ y a veces ‘los nuestros’, aún habiendo amor entre ellos, considera Rodríguez.

La experta aduce que, cuando se forma una nueva familia, los roles de cada quien deben estar bien definidos, teniendo el control de los hijos, y que la nueva pareja también tome decisiones.

 

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