Los votantes merecen respeto

El Teatro Agua y Luz fue construido en 1955 durante la dictadura de Trujillo en plena inauguración de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. Es un patrimonio arquitectónico del país inspirado en obras españolas de la época y constituyó

El Teatro Agua y Luz fue construido en 1955 durante la dictadura de Trujillo en plena inauguración de la Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre. Es un patrimonio arquitectónico del país inspirado en obras españolas de la época y constituyó una sala de espectáculos que fue escenario de presentaciones de alta categoría.

El Teatro poco a poco fue siendo sustituido por otros lugares y cayendo en un descuido tal que llevó a las autoridades a considerar en el 2004 su demolición. Está a cargo de la Corporación de Fomento de la Industria Hotelera y Desarrollo del Turismo (Corphotels), quien en 2006 acordó con la empresa Dawn Properties la remodelación del Agua y Luz, que inicio tímidamente en 2007 pero tuvo algunas complicaciones que resultaron en una paralización del proyecto.

Debido a la citada situación, Corphotels decidió recientemente rescindir el contrato con la compañía por entender que hubo incumplimiento evidente, que la decisión de abandonar la remodelación fue unilateral y sin notificación a la contraparte y que los pocos trabajos que se llegaron a realizar empeoraron el estado de la edificación.

Sin dudas se trata de un espacio que tuvo y tiene importancia para los dominicanos y es lógico que muchos entiendan que se debe rescatar. Sin embargo, es necesario entender que la institución pública que está a cargo del Agua y Luz es Corphotels y no se puede pretender que otra, ya sea por ignorancia o por un malsano populismo, asuma competencias y funciones que no le corresponden.

Es improcedente hacer exigencias de renovación del Teatro al Ayuntamiento del Distrito Nacional pues no se encuentra dentro de su radio de acción legal y revela un profundo desconocimiento, en el mejor de los casos, o un interés deliberado de confundir a la población para fines politiqueros (en caso de que la información en efecto se maneje), que un aspirante a ocupar la posición de alcalde del Distrito Nacional prometa cambios en el Agua y Luz que no le corresponden.

Hablar de reconstrucción y de mover eventos del Anfiteatro Nuryn Sanlley, entre otras cosas, son propuestas de campaña que exceden los límites legales del Ayuntamiento y que en la práctica no podrán ejecutarse.

Es común en candidatos que saben no tener números para ganar elecciones caer en la tentación de prometerlo todo, incluso absurdos, pues no tendrán la oportunidad de que se les pruebe si van a cumplir. No obstante, el elector dominicano merece un poco más de respeto.

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