Un banco en un parque junto al 1 Infinite Loop en Cupertino, la sede central de Apple, se ha convertido en lugar de recuerdo. Cada vez está más cubierto de flores y postales de condolencia. En un iPad iluminado en la oscuridad puede verse la imagen de Steve Jobs. Sus fans levantaron un santuario a su ídolo y también muchos trabajadores participaron en la despedida.
La noticia les sorprendió en casa y les sacó a la calle. Una pareja se abrazaba llorando, un hombre con jersey con capucha apenas podía contener las lágrimas. Sus amigos intentaban consolarlo, pero él se retira a la oscuridad porque quiere estar sólo.
Ante la central de Apple de cuatros planta ya tomaron posición automóviles de la televisión estadounidense para transmitir la noticia. Los equipos de cámara, siempre a la busca de titulares rápidos, se mostraban sorprendentemente contenidos. “No, no me gustaría dar una entrevista”, decía uno de los congregados. “Sólo quiero presentar mis respetos a Steve Jobs”.
Michael es uno de los pocos que quiere hablar. “Nos enteramos de su muerte durante la cena”, explica el joven. “Vivimos a una hora y hemos venido enseguida. Steve era una persona muy especial y única”.
Con él coinciden sus vecinos que se congregaron ante la vivienda del 2010 Waverley Street en Palo Alto. También aquí hay flores por todas partes y lucen velas. Dentro hay luz en la planta baja. Un padre toma a su hija en brazos en la acera, la consuela, mientras los policías cierran el acceso a la calle ante la vivienda unifamiliar apenas visible de este vecindario tranquilo.
“Mucha gente vino esta noche, depositó flores e hizo una pausa”, explica un policía. Muchos otros llegarán aún, creen él y sus compañeros, que esperan una larga noche. Steve Jobs es un héroe para muchos. “Steve, has hecho nuestra vida mucho más fácil”, puede leerse en la acera. Y por eso le siguen amando tras su muerte.
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