La madurez del sector turismo

La moderna industria turística dominicana se gestó en los años setenta con la primera ley de incentivos y arrancó en firme en los ochenta con las inversiones en Puerto Plata y Playa Dorada.

La moderna industria turística dominicana se gestó en los años setenta con la primera ley de incentivos y arrancó en firme en los ochenta con las inversiones en Puerto Plata y Playa Dorada.
Este proceso está en los 40 y puede considerarse una actividad madura. Si es por la infraestructura, estamos en la tercera generación en los servicios aeroportuarios, en la cuarta generación en la infraestructura hotelera (ya constructoras dominicanas sirven en otros países), entramos en la quinta generación en los servicios de transportes turísticos, en la cuarta en las empresas de excursiones y en la oferta gastronómica.

En cuanto a los recursos humanos, hace dos décadas que comenzamos a exportar hoteleros y tenemos escuelas técnicas que son modelos en la formación (es el caso de Serranía en Jarabacoa).

Cuando el sistema tradicional hotelero hizo crisis en Puerto Plata en los noventa, copiamos el modelo todo incluido de la hotelería jamaiquina y vamos por la tercera generación de hoteles todo incluido y se ha afianzado exitosamente un todo incluido de lujo.

En cuanto a lo fiscal, vamos por la tercera versión de nuestro modelo de incentivos, que sumado al Acuerdo de Precios Anticipados, produjo en los últimos tres años un incremento en las inversiones turísticas que ronda los mil millones de dólares.

En cuanto a la principal organización del sector privado, la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores) está entrando en su cuarta etapa de reforma o adecuación a las realidades del sector. La pequeña organización de hoteles y restaurantes surgida en los años sesenta, se renovó en los ochenta para asimilar los cambios el sector, en los noventa se convirtió en una federación hotelera integrando a las asociaciones regionales que habían surgido; y en la pasada década–siguiendo la tendencia de las instituciones hoteleras del Caribe- evolucionó para convertirse en una entidad de hoteles y turismo para acoger a las demás asociaciones empresariales turísticas. Así asumió a plenitud la condición de vocero del sector privado turístico, sin abandonar su estatus de entidad hotelera.

Su cuarta etapa de reforma está en marcha. Es tan interesante o más que las anteriores, porque se trata de un cambio generacional programado en la dirección del Asonahores, al mismo tiempo que acentúa su condición de organización de hoteles y turismo. La asamblea celebrada ayer escogió como presidente a Joel Santos, un representante de la generación que entró al sector al inicio de la pasada década. De los otros ocho integrantes del comité ejecutivo Rafael Blanco Tejera, Frank Elías Rainieri y Analie Prieto, son hijos de pasados presidentes y un cuarto, Andrés Ceara Brugal, no llega a los 40. El paso de los padres a los hijos es una valiosa señal de madurez.

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