Octubre es el mes de la conciencia sobre el cáncer de mamas. En los últimos 50 años, el riesgo de padecer esta enfermedad se ha más que triplicado en los Estados Unidos. Antes era afectada una de cada 22 mujeres, y ahora es una de cada 8, según el Instituto Nacional del Cáncer. Con este asombrante aumento, la necesidad de la prevención y la detección temprana nunca ha sido mayor.
La semana pasada, la Sociedad Americana del Cáncer publicó nuevas recomendaciones en el Diario de la Asociación Médica de Estados Unidos para mamografías. Las nuevas directrices para las mujeres de “riesgo medio” es comenzar a realizarse mamografías a los 45 años, con seguimientos anuales hasta los 55, y luego empezar a tenerlos cada dos años. Se trata de un cambio de las recomendaciones anteriores de proyecciones a partir de los 40 años y posteriormente cada año. Entonces, ¿por qué el cambio?
Para empezar, las mamografías tienen una alta tasa de falsos positivos, hasta seis por ciento. Esto lleva a pruebas más costosas e invasivas como biopsias, por no mencionar el estrés y la ansiedad que le causa a la mujer que le han hecho un diagnóstico de cáncer equivocado. En una edición de septiembre de 2010 de la revista New England Journal of Medicine, en un estudio publicado para examinar la eficacia de las mamografías se encontró que este examen parece haber reducido las tasas de mortalidad por cáncer en sólo 0.4 muertes por cada 1,000 mujeres. Además, las mamografías utilizan radiación ionizante a dosis relativamente alta. Se puede exponer a tanta radiación en una sola mamografía que equivale a que le tomen 1,000 placas radiográficas del pecho. El tejido mamario, especialmente el tejido en mujeres premenopáusicas es muy sensible a la radiación, y las mamografías innecesarias pueden resultar en tanto como un 10% de aumento en el riesgo de cáncer de mama para cada seno durante un período de 10 años, de acuerdo con uno de los principales expertos en cáncer del mundo: doctor Samuel Epstein.
Afortunadamente, hay una manera más segura y eficaz para detectar el cáncer de mama: la termografía infrarroja. Se utiliza una cámara especial que detecta el calor irradiado por el cuerpo. Los tumores de cáncer tienen un mayor suministro de sangre, lo que significa más calor. Cuando se usa para evaluar el tejido mamario, la termografía puede identificar áreas de exceso de calor años antes de que una densidad pueda ser identificada por la mamografía. Las anomalías se pueden identificar al menos siete años antes de que los cambios se puedan detectar en una mamografía. Un resumen de más de 800 estudios revisados por pares en la termografía de mama mostró una sensibilidad media y la especificidad del 90% para detectar cambios tempranos en el pecho que, posiblemente, puede conducir al cáncer.
Estudios adicionales encontraron que una imagen infrarroja anormal es el único marcador más importante de alto riesgo de desarrollar cáncer de mama, 10 veces más significativo que un historial familiar de la enfermedad. En honor al mes de la conciencia sobre cáncer de pecho, les animo a investigar y aprender más acerca de la termografía, tanto para usted como para sus seres queridos.