Manifiesto del 16 de enero de 1844

Todo indica que ante la ausencia de Duarte, exiliado en Venezuela, Fco. del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, junto a Manuel Dolores Galván, quien sirvió de secretario, fueron los autores de la primera proclama que expresa la intención generaliza

Todo indica que ante la ausencia de Duarte, exiliado en Venezuela, Fco. del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella, junto a Manuel Dolores Galván, quien sirvió de secretario, fueron los autores de la primera proclama que expresa la intención generalizada de la separación de Haití, de la parte este de la isla.

Tomás Bobadilla se atribuyó su redacción, pero testimonios irrefutables confirman la verdadera autoría de la declaratoria que precedió a la proclamación de la independencia, lograda 42 días después.

Este Manifiesto, al que la Historia escolar, como materia, no le otorga la importancia capital que tiene, expresa en sus primeros párrafos: “Por el hecho de que los hombres no se han reunido en sociedad sino con el objeto de trabajar en su conservación, que han recibido de la Naturaleza el derecho de proponer los medios y de buscarlos a fin de obtener ese resultado, por esa misma razón, semejantes principios los autorizan a ponerse en guardia, a precaverse de todo lo que puede privarlos de tal derecho, cuando la sociedad se halla amenazada.

Esa es la razón por la cual los habitantes de la parte del Este de la isla, antes Española o de Santo Domingo, valiéndose de sus derechos, impulsados como lo fueron por veintidós años de opresión y oyendo de todas partes las lamentaciones de la patria, han tomado la firme resolución de separarse para siempre de la República haitiana y de constituir un Estado libre y soberano.

Hace veintidós años que el pueblo dominicano, por una fatalidad de la suerte, sufre la más infame opresión: ya sea que ese estado de degradación haya dependido de su verdadero interés, ya sea que se haya dejado arrastrar por el torrente de las pasiones individuales, el hecho es que se le ha impuesto un yugo más pesado y más degradante que el de la antigua metrópoli”.

Refiriéndose al general Boyer, jefe del ejército invasor: “Con él entró en Santo Domingo la maraña de todos los vicios y de todos los desórdenes, la perfidia, la delación, la división, la calumnia, la violencia, la usurpación y los odios personales, desconocidos hasta entonces en el alma de ese pueblo bondadoso…”. Y como párrafo final expresa: “¡Dominicanos! ¡A la unión! Se presenta el momento más oportuno.

De Neyba a Samaná y de Azua a Montecristi las opiniones son unánimes y no hay un solo dominicano que no grite con entusiasmo: Separación, Dios, Patria y Libertad” Hoy, con la dominicanidad amenazada por una contaminante presión de países y organismos que nos quieren forzar a asumir un complejo problema, cuya responsabilidad y solución no nos corresponden, entes impedidos de ver las medulares esencias que diferencian los dos pueblos que habitan esta sola isla: idiosincrasias, filosofías de vida, concepción de la vida y la muerte, tradiciones, creencias y actitudes. En el mes de la patria Releamos la esencia medular del pensamiento de los libertadores, contenidos en esta pieza. l

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