Mi mano derecha

El hombre, desde la prehistoria, tiene bajo su responsabilidad ser el proveedor primario de la familia: salir a cazar, pescar, labrar la tierra y llevar esos frutos al hogar para alimentar a los suyos. Con el paso del…

El hombre, desde la prehistoria, tiene bajo su responsabilidad ser el proveedor primario de la familia: salir a cazar, pescar, labrar la tierra y llevar esos frutos al hogar para alimentar a los suyos. Con el paso del tiempo su papel se convirtió en costumbre, y de costumbre saltó a formar parte de la cultura universal.

El sexo fuerte, el defensor, el que organiza su vida en torno al trabajo, mientras su mujer se ocupaba por los asuntos de la casa, el hombre, mantuvo el liderazgo tanto dentro como fuera del hogar; y no podemos negar su talento innato para ser líder, de tal forma que lo ha llevado a ser una figura importante, sobre todo, en el plano político, científico y empresarial. 

Ahora bien, si damos vuelta a la torta, vamos a notar lo siguiente: la vida no fuera concebible sin el vientre de la mujer. Su instinto es un olfato cazador de verdades. Intuitiva, soñadora, perseverante… Posee un admirable valor para soportar el dolor y levantar el rostro tras la caída. Es el mejor ejemplo de superación. Estas cualidades, que por supuesto se refieren a las de una mujer, han sido claves en la conquista de sus sueños. 

Hemos sido testigo de cómo la gallardía al momento de reivindicar sus derechos le abrió espacios importantes en una sociedad acostumbrada al poder masculino. Gracias a eso, no resulta extraño ver melenas y tacones paseándose por las empresas. Todo lo contrario. El boletín “Situación de la mujer en el mercado laboral”, que fue preparado por el Observatorio del Mercado Laboral Dominicano del Ministerio de Trabajo en el 2010, señala que un 35.19% de las mujeres ocupaba puestos en empresas privadas, frente a un 32.79% de los hombres, destacando además que el porcentaje de mujeres que estudian o han alcanzado un nivel educativo superior, es mayor al del hombre, por lo que “este aspecto constituye uno de los elementos más relevantes del proceso de superación de las mujeres en este país”, detalla el documento.

Desde luego, ante el avance agigantado quedan algunas viejas costumbres qué superar, como la de los ingresos inferiores que reciben respecto al hombre, aún llevando a cabo las mismas funciones.

Pero lo que sigue siendo cierto es que, desde siempre, detrás de todo el éxito de un proyecto, de una empresa, de una familia, está latiendo con fuerza el corazón de una mujer. Esa sin la que el “jefe” no pudiera hacer nada, porque se volvería un ocho. La que cumple en cierto modo un rol anónimo y no por ello, menos importante.

Ha sido el mismo varón que ha reconocido cuán vital es que una mujer esté a su lado (no sólo en el plano sentimental) para que cuanto emprenda, funcione mejor. Es el caso de Luis Eduardo Rodríguez, graduado de Administración de Empresas en la Stetson University en Florida, y que a sus 25 años se estrena (seis meses) como gerente de marca de la cadena de tintorerías 5àsec, una franquicia francesa que sus padres introdujeron al país hace unos ocho años.

Con una tímida sonrisa me confiesa que es el único varón en el área y que su “salvación” para poder entenderse correctamente con su equipo, es que precisamente sea una mujer también su mano derecha: “Es muy importante, porque discutiendo con ella me doy cuenta cómo puedo transmitir el mensaje y así ejercer un mejor liderazgo con mis empleadas”, me dice.

Al principio -confiesa- fue recibido con un poco de rechazo, lo normal cuando se trata del ingreso de un miembro de la familia que lleva las riendas de la compañía. Para limar esas asperezas, quien ocupaba el puesto, Elaine, fue fundamental. Ella logró demostrar durante el tiempo de capacitación, que se trataba de alguien que había llegado para bien del negocio y así borrar esa idea del “llegué yo, hay que abrirme espacio”.

En lo adelante, Paola Paredes, una joven de 26 años, ha logrado una química positiva con su jefe y ha sido la mente que él necesita para entender mejor a sus empleadas, y para tomar decisiones respecto a ellas y sus desempeños laborales.

De todas formas, Luis Eduardo asegura que el aprendizaje es mutuo. Ella ha ido aprendiendo de negocios y él de relaciones humanas. En su formación profesional, según nos cuenta, tiene como ejemplo a seguir a su madre, doña Fanny, como cariñosamente le dicen, a quien vio desde pequeño como lideraba en su familia, la materia de los negocios. Porque ha tenido este ejemplo como base, no duda en asegurar que una mujer es tan capaz como el hombre, para asumir puestos sólidos dentro de una empresa.

Esencia femenina: la clave del éxito

Hay un proverbio bíblico que reza: “La mujer sabia edifica su casa”. Y es que no hay dudas, ella es la que lleva las riendas del hogar, aún sea una mujer profesional. Y esa es la ventaja: puede al mismo tiempo hablar por el celular, cambiar al bebé, maquillarse, poner el desayuno… y llegar a su trabajo a tiempo. 

Para Victoria Olubi, propietaria de una compañía británica de productos orgánicos para el pelo rizado (My curls), la mujer tiene una habilidad natural para el multi-tasking, que las hace únicas. Ha sido precisamente esa cualidad la que le ha servido (a las mujeres) para levantar su hogar y conseguir, a diferencia de lo que algunas puedan pensar, un compañero ideal.

La historia de Edwin Germán es el vivo retrato de esta verdad: él es del tipo soñador; de los que se lanzan primero tras lo que quieren y piensan después en las consecuencias. Es emprendedor por naturaleza y tiene un carisma impresionante para encantarle a todo el que se le cruza por delante, cualidad que le ha valido su empleo. A sus 29 años es uno de los ejecutivos de ventas más exitosos de PH Mercantil, una empresa especializada en corte y soldadura a nivel industrial. Cómo mínimo, viaja tres veces por semana al interior del país a supervisar y visitar a sus clientes: la empresa constructora Odebrecht, el Ingenio Cristóbal Colón, el astillero Ciramar, por mencionar algunos.

Es un trabajador incansable, sin horario. Pero también es hombre de fe, lo suficiente como para que su trabajo no le impida cumplir con sus responsabilidades dentro de la Iglesia. Coordina varios ministerios, entre ellos uno de música y otro de predicación. Hace las veces de animador de actividades multitudinarias y lleva un proyecto de evangelización a través del teatro con una pizca de humor. ¿Qué les digo? Es imparable.

Y como si todo esto fuera poco, no es soltero. De sus 29 años, tiene cuatro de casado, una hermosa niña de tres y una en camino, que piensan llamar Zoe.

A primera vista parece estar frente ante un hombre completo y realizado. De cierta forma, así es. Pero cuando le preguntamos el secreto de su éxito, no duda ni un segundo en responder que lo que es hoy, específicamente como profesional, se lo debe a su esposa: Jenny Del Rosario de Germán. “En mí se cumple la frase de que detrás de un gran hombre hay una gran mujer”, me dice, como para que no me quepan dudas. “Ella es la serenidad, yo la energía; más ecuánime y lógica cuando voy con todo los bríos. Eso hace de nosotros un equipo indestructible”.

Su esposa es su mano derecha en el sentido amplio de la palabra, casi literal. “Cuando la conocí yo no tenía trabajo; ella ya era auditora en la Cámara de Cuentas. Si quería conquistarla, tenía que hacer algo al respecto”. Y así lo hizo. Empezó como chofer de una guagüita que vendía cloro mientras a la par, se levantaba de madrugada para ir a Teleantillas, como asistente de producción de un programa matinal. Luego, se empleó como vendedor de impresoras. De ahí pasó a British American Tobacco hasta que llegó a su actual empleo. Todo porque quiso que su compañera se sintiera orgullosa del hombre que tenía a su lado.

Que fuera una mujer preparada (contadora, con una maestría en Gerencia y Productividad), fue lo que lo impulsó a desarrollarse. No como podría pensarse, que buscaba desplazarla. Por el contrario, ella fue su inspiración y ahora, ambos han logrado levantar su hogar y su familia bajo el respeto de sus funciones, donde no hay competencias, sino un sano complemento. 

Grandes mujeres detrás de grandes hombres.

Marie Curie, física y química, esposa de Pierre Currie, con quien trabajó muchas de sus investigaciones más importantes. Juntos alcanzaron el premio Nobel de Física, en 1903. Fue la primera mujer en obtenerlo. 

La pintora Frida Kahlo, esposa del también pintor Diego Rivera. Una mujer que venció la tragedia y la hizo más llevadera a través del arte. Su compañero, relatan los biógrafos, era su más grande admirador.

Evita Perón, esposa de Juan Domingo Perón. El Congreso Nacional argentino le otorgó el título de “Jefa Espiritual de la Nación”. La actriz fue una luchadora incansable por la igualdad de los derechos civiles y políticos entre hombres y mujeres, y una figura trascendental en el gobierno de su marido. 

Coretta Scott King, la esposa de Martir Luther King, fue una escritora, activista y defensora de los derechos civiles. En los años 60 ayudó a dirigir el movimiento de derechos civiles afro-americano.

La abogada Michelle Obama, esposa del primer presidente negro de los Estados Unidos, Barack Obama, (por tanto, la primera afroamericana en ser Primera Dama de ese país), se considera una figura trascendental en la aceptación popular de su esposo, primero como senador, y más tarde como presidente.

La mujer ha sido desde el principio de los tiempos la aliada perfecta del hombre

IGUALDAD

Al destacar que la mujer es la mano derecha del hombre no se pretende minimizar sus potenciales. Luis Eduardo Rodríguez reconoce que las mujeres hoy día están igual o mejor preparadas que los hombres: “no solamente son hermosas, sino inteligentes. Llevan las de ganar”, reflexiona. Cree que en los negocios, ambos tienen la capacidad de ocupar puestos de mando.

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