Más allá de la democracia electoral

El intenso activismo electoral de los últimos meses  podría hacer pensar erróneamente que el ejercicio de la democracia se…

El intenso activismo electoral de los últimos meses  podría hacer pensar erróneamente que el ejercicio de la democracia se agota en procesos eleccionarios como los que vivimos. Ciertamente, debemos reconocer que uno de los aspectos positivos en el país lo constituye el hecho de que durante las últimas tres décadas hemos tenido avances en la consolidación de nuestra democracia. Es decir, se ha instaurado un régimen democrático como forma  de gobierno.

Hemos logrado el establecimiento de una democracia mínimamente procedimental, en la que se destaca la existencia de procesos electorales periódicos realizados con relativa libertad y transparencia y el reconocimiento de ciertos derechos civiles como la libertad de expresión y asociación. Es decir, la estabilidad democrática ha estado asociada a la realización de elecciones que cumplen con algunos principios de oportunidad y libertad de elegir de la ciudadanía.

Sin embargo, los valores democráticos no han sido capaces de sustituir las prácticas y actitudes clientelares y autoritarias que aún predominan en la cultura política dominicana. Tampoco ha sido posible la constitución de un real estado de Derecho en el país. Esto hace que nuestra democracia esté sustentada sobre bases muy frágiles. Los logros de elecciones periódicas y de libertad política son muy importantes, más no suficientes. Tal y como lo señalado por el PNUD en múltiples oportunidades, desde mediados de la década pasada, es necesario pasar de una democracia puramente electoral a una democracia de ciudadanos y ciudadanas. Esto supone que  haya un reconocimiento pleno de los derechos civiles, políticos, económicos y culturales de todos los dominicanos y las dominicanas.

Lo anterior sólo es posible si, pasadas las elecciones del 20 de mayo, nos disponemos a asumir los principales desafíos que tiene la democracia en nuestro país.  Estos retos están asociados a la necesidad de transformar la cultura política profundamente autoritaria, la situación de pobreza y desigualdad social, la falta de institucionalidad y los limitados mecanismos de participación de la ciudadanía en el ámbito de lo público.

La democracia sustantiva supone una apuesta por los valores democráticos y el fortalecimiento institucional. Para ello se requiere superar la conducta generalizada de absoluta sumisión ante el poder y la incapacidad ciudadana para exigir derechos. En fin, solo es posible mejorar la calidad de la democracia dominicana, si además de procesos electorales organizados con relativa eficiencia, se crean condiciones adecuadas para erradicar el clientelismo y se promueve la participación de la gente en la definición y ejecución de las políticas públicas.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas