Más ridículo

En la política, como en muchas otras actividades humanas, hay que estar preparado para el triunfo y para los reveses. Quienes ejercen el oficio político y no saben saborear con humildad la victoria y asumir con nobleza la derrota, están condenados&#823

En la política, como en muchas otras actividades humanas, hay que estar preparado para el triunfo y para los reveses. Quienes ejercen el oficio político y no saben saborear con humildad la victoria y asumir con nobleza la derrota, están condenados al fracaso. Los radicaloides que parecen estarse imponiendo en la toma de decisiones de los seguidores del presidente Hipólito Mejía en el PRD no terminan de asimilar que siguen haciendo el ridículo cuando ejercen el clásico derecho al pataleo en la lucha interna de esa organización, y no asimilan tampoco que no han pegado una en su confrontación con la dirección institucional de la organización, es decir, con los que están alineados en torno al presidente de la entidad, Miguel Vargas Maldonado. En una acción que acusa extraordinaria desesperación y miopía política, los seguidores del presidente Mejía han abrazado las tesis de aquellos que entienden que el combate en lo personal puede debilitar el lado político del adversario. Además, es una muy buena manera de perder el tiempo lo de ir a Washington para acudir a la OEA planteando un problema interno partidario, y lo de organizar piquetes con tres o cuatro gatos para “protestar” contra Vargas Maldonado cuando visita en actividades partidaristas propias de sus responsabilidades como presidente del PRD algunas de las seccionales de ese partido en el exterior. Los ejemplos de Nueva York, Madrid y más recientemente, Puerto Rico, son ejemplos fallidos de acciones anémicas que no aportan nada al cacareado esfuerzo dizque por la unidad. “Fájense a trabajai”, como diría el doctor Fadul, de Santiago, es el mensaje que deberían escuchar los que quieren controlar el PRD, diciendo que son la corriente mayoritaria, pero rehusando la confrontación interna civilizada, disciplinada, ordenada y como establecen las normas estatutarias. Por identificar equivocadamente los objetivos han cedido espacios que ahora quieren recuperar y ni con estrategias napoleónicas pueden hacerlo. Prefieren seguir haciendo el ridículo…

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