Hasta ahora, las historias que contamos los periodistas sobre la chikungunya se centran en los afectados, como debe ser, y cómo los centros hospitalarios están desbordados por las emergencias, por las decenas, cientos de personas que acuden con ese virus u otros desconocidos.
Hablamos también de cómo el ausentismo por la enfermedad está impactando la capacidad productiva de las empresas y los servicios públicos. Ya hasta se habla de la chikungunya como excusa irresponsable.
En fin, una epidemia de la que no han escapado los médicos. Los profesionales de la salud y sus asistentes, las enfermeras, están trabajando hasta extenuarse, tanto en los hospitales del Estado como en las clínicas. Sólo hay que ver cuán masiva es la concurrencia.
Desde ese punto de vista, hay que reconocer a esos trabajadores sociales, que suelen ser criticados cuando realizan sus huelgas. Por suerte, las hemos olvidado durante un tiempo apreciable.
Y esos médicos están trabajando hasta el agotamiento. Algunos incluso enfermos. Otros laboran más allá de sus horarios, porque el personal no da abasto a tantos pacientes.
Los médicos y enfermeras se han comportado como personas muy comprometidas con su trabajo, y prestan un magnífico servicio a quienes acuden en estos momentos a clínicas y hospitales.
Porque de lo que se trata es precisamente de emergencias. Prácticamente la gran mayoría de las consultas están llegando a través de las emergencias. Y ya algunas clínicas evitan los internamientos, siempre que no sean muy necesarios.
En esta crisis en los servicios sanitarios, que de verdad están desbordados, queremos reconocer a quienes tienen a cargo la salud de los dominicanos.
Quizás si Salud Pública hubiese sido más perceptiva y preventiva (tanto que se lo dijimos sin saber nada de Medicina, sino de sentido social y político) no estuviésemos viviendo este drama.
La situación es grave y los médicos están asumiendo su responsabilidad, a quienes estimulamos a seguir cumpliendo su misión.
