Merengue, expresión amenazada de la dominicanidad (y 3)

Con letra de “doble sentido” y en ocasiones “pasá” de picardía, el merengue delata la lascivia del criollo, con “poéticas”figuras de expresión popular. Desde el “jarro pichao” hasta “meter mi nariz en tu pecera”, pasando por…

Con letra de “doble sentido” y en ocasiones “pasá” de picardía, el merengue delata la lascivia del criollo, con “poéticas”figuras de expresión popular. Desde el “jarro pichao” hasta “meter mi nariz en tu pecera”, pasando por “vecinaaaa, llegó el cuabero….” concurre un infinito menú de expresiones y metáforas que definen la maraña de ambigüedades intencionales, que lo caracterizan. Su época de Oro, trajo la formación en Puerto Rico del Conjunto Quisqueya con frente “picaresco” y rítmicamente muy rico.

El merengue “a lo maco” se populariza con los Hermanos Rosario y luego La Coco Band. Los “fusilamientos” pusieron su ritmo a baladas de todo el mundo, afectando la creatividad en busca de lo comercial. En 1976 la vegana Belkys Concepción forma un grupo femenino llamado Las Muchachas y en el ‘81 unida con Wilfrido Vargas, forma Las Chicas del Can, nombre que atribuye a Yaqui Núñez del Risco. En 1982 el Síndrome de Guillain Barré afecta y separa a la talentosa pianista y vocalista, sustituida por Miriam Cruz y todo en un “sancocho” de traiciones, deslealtades, conflictos, controversias, abusos.

Belkys, recuperada, acumula éxitos, adorada en Colombia y aquí apenas suena. No hay que ser musicólogo para entender que las juventudes en el tiempo, precisan de un merengue más acorde con su sentido de la música universal. El merengue Hip-Hop o Merengue House, de finales de la década de los 90 es una muestra. Quizás El Jardinero, de Wilfrido Vargas, fue, sin proponérselo, una expresión de esto. La fusión es una de las técnicas, al utilizar la base musical del merengue con la “mécla” de otras figuras musicales.

A riesgo de excluir algunos de los intérpretes históricos: Ñico Lora y su hijo Antonio, Tatico Henríquez, Antonio Morel, Papa Molina, El Cieguito de Nagua, Trío Reynoso, Francis Santana, Vinicio Franco, El Prodigio, Bonny Cepeda, Ramón Orlando, Johnny Ventura, Juan Luis Guerra, Wilfrido Vargas, Fernando Villalona, Los Hermanos Rosario, Sergio Vargas, Aramis Camilo, Milly Quezada y Los Vecinos, Conjunto Quisqueya, Víctor Roque y La Gran Manzana, Dionis Fernández y El Equipo, Pochy Familia y su Cocoband, Jossie Esteban y la Patrulla 15, El Zafiro. Fefita, Eddy Herrera, Los Kenton, Héctor Acosta, Peña Suazo y La Banda Gorda, Rubby Pérez…. Hoy suenan interpretaciones que distan del merengue como tal y con menos necesidad de músicos, sustituidos en la preferencia del público joven por recursos electrónicos y por “cantantes” sin voz, de cuestionable valor artístico, peligrosos referentes que extravían y desorientan con su tormentosa vida privada. Hacen falta iniciativas oficiales y de los propios actores de la cultura musical criolla, para rescatar el merengue como expresión de la dominicanidad porque la “evolución” de lo actual es un monumento a la vulgaridad, a lo superfluo, a lo mediocre y banal, el culto a lo material, a la lascivia, y a la sensualidad desbordada. l

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