En estos días, cuando mucha gente rompe con su rutina, y viaja, visita playas, balnearios, el bosque y sitios de entretenimiento, el exceso en el comportamiento es uno de los riesgos. Como es así, hay que estar muy precavidos con ese imponderable, porque puede dañar incluso a terceros. Por ello, el antídoto tiene que ser una dosis de moderación, en las carreteras y en todas y cada una de las actividades en que se participa. Eso es válido hasta para quienes se quedan en sus casas.
Como tenemos tantos días de descanso, y desearíamos que de recogimiento también, vemos una magnífica oportunidad para la reflexión, desde la perspectiva de las personas individuales, desde la de los actores con responsabilidades que envuelven a las poblaciones. Con razón, muchos entienden que está abierto un compás para meditar y tratar de encontrar fórmulas para solucionar conflictos.
Asimismo, debemos prestar atención a los mensajes de las autoridades responsables de mantener la seguridad y el orden en vías y en los lugares de esparcimiento. Este es un feriado que termina el domingo. El mundo continuará su agitado curso y son muchas las misiones que deben ser reasumidas.
Otra cuestión en la que debemos enfocarnos: Los mensajes de los líderes espirituales contienen una extraordinaria riqueza de vida. Es una buena ocasión para generar encuentros en las parroquias, en las iglesias. Son escenarios adecuados para reencuentros, en un período de reflexión.
Por ello, debemos valorar el mensaje de las iglesias. En ese sentido, sería interesante que las personas no pierdan de vista que esta es una fiesta de fe, de renovación y esperanza. Por eso debemos adoptar una actitud de escucha activa a las exhortaciones de los religiosos. Contribuiríamos también a no desvirtuar el significado de la Semana Santa, que es de conmemoración del sacrificio de Jesús.
