Ya son varios los informes recientes que revelan el hambre que padece un porcentaje importante de la población dominicana. Según el Índice Global del Hambre, elaborado anualmente por el Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimenticias y presentado en nuestro país por la organización Visión Mundial, un 10.2 por ciento de los dominicanos sufren hambre.
Esa cifra, sumada con otras relativas a desnutrición, coloca al país en el tercer renglón de las naciones con peores condiciones en este tema, bajo el calificativo de un problema “serio” y sólo superado por Haití.
Un ejemplo de esos datos complementarios a la información principal revelada en el estudio, es que en la provincia Independencia el 10% de los niños con edad desde cero hasta cinco años, en los alrededores del lago Enriquillo, padece de anemia leve a crónica.
Pero estas no son las únicas entidades que se han referido al tema, también la FAO, grupo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del área de la alimentación, en reciente estudio establece que la República Dominicana, de una escala de desnutrición en su población que va del 0 al 50, tiene 26 grados, lo que indica que no se llenan ni en la mitad los requerimientos alimentarios para tener una nutrición aceptable o normal.
En esa investigación también se reitera que sólo está más desnutrida y tiene más hambre que la nuestra la población haitiana, que posee un grado de 29 puntos de 50 en la escala de desnutrición, o sea, apenas 3 puntos por encima de los dominicanos.
Incluso, en el informe de seguimiento del cumplimiento de los Objetivos del Milenio en nuestro país publicado en el 2010, en lo relativo a la primera meta referente a la reducción de la pobreza y del hambre, se hacen proyecciones que confirman el panorama reciente e indican que, lamentablemente, el mismo no va a mejorar en los próximos años, con afirmaciones como “mientras aumenta la desnutrición aguda, parece revertirse la tendencia a la disminución de la desnutrición crónica”.
Por eso sorprenden y molestan las declaraciones de un viceministro de Salud Pública que parece no vivir en este país, pues no sólo minimizó la importancia de estas publicaciones y calificó los estudios como “desactualizados”, sino que tuvo la desfachatez de afirmar que “aquí no se acuesta ningún dominicano sin comer”, mostrando con ello una vez más la insensibilidad gubernamental.
Ojalá cuando salga del poder este señor no “caiga en desgracia”, para que no tenga que experimentar la miseria que tantas personas viven en República Dominicana y que obviamente él desconoce.
