RIO DE JANEIRO (AP) — El susto que se llevó Brasil parece que le sirvió a Argentina, cuyo técnico Alejandro Sabella se dispone a proteger la defensa con un cambio de estrategia y hasta de intérpretes, cuando debute el domingo ante Bosnia-Herzegovina en Río de Janeiro por la Copa Mundial.
Lionel Messi, coloso del fútbol universal, tendrá libertad para hacer lo que quiera, ya que para Sabella hasta puede jugar de arquero. Pero el resto del equipo debería adaptarse a jugar con dos delanteros, cuando la consigna de Argentina era atacar con más.
Daba la impresión que Argentina tenía todo armado, que la orquesta tocaría sin leer partitura y que el equipo se sabía de memoria del uno al once. Sólo había una duda en el ataque entre Gonzalo Higuaín, con secuelas de un golpe en su tobillo izquierdo, y Ezequiel Lavezzi, listo para reemplazarlo.
Pero después del sufrido triunfo de Brasil 3-1 sobre Croacia, en el que el árbitro Yuichi Nishimura fue uno de los mejores jugadores locales con sus fallos, Sabella pateó el tablero y en la última práctica del viernes no incluyó ni a Higuaín ni a Lavezzi entre los titulares.
Optó por Maxi Rodríguez, un volante ofensivo; dejó en descanso al centrocampista Fernando Gago y en su lugar introdujo a José Basanta para desplegar una línea de cinco defensores, tres volantes y dos delanteros, en este caso Messi y Sergio Agüero. Antes Sabella ejercitaba un 4-3-3, que hasta podía transformarse en cuatro atacantes teniendo en cuenta que Angel Di María se proyecta a menudo por su banda ofensiva.
«Practicamos los dos esquemas, aún no hay nada definido», subrayó Federico Fernández, defensor del Napoli de Italia y titular en el equipo Albiceleste. «Es una línea de cinco mentirosa, porque cuando tenemos la pelota los laterales se suman al mediocampo. A la vez nos da mayor circulación, pero también mayor marca y cobertura sobre el hombre. Tener un líbero te da más seguridad».
Seguridad es lo que le faltaría a los argentinos en la retaguardia, con jugadores llenos de buenas intenciones pero muy cuestionados, como el arquero Sergio Romero y el lateral Marcos Rojo.
Sin Higuaín y quizás sin Lavezzi, Argentina no podrá presentar al cuadrado ofensivo conocido como «Los cuatro fantásticos» y cuyos otros integrantes son Messi, del Barcelona, y Agüero, del Manchester City.
Con cualquier esquema táctico, un triunfo le permitirá a Argentina ganar confianza en un Grupo F que los Albicelestes deberían ganar caminando y cuyo segundo lugar se lo disputarían Bosnia, Irán y Nigeria.
¿Pero es tan fácil ese grupo para Argentina?
Al parecer sí. Por lo tanto, no debería tener ninguna complicación para clasificarse, ante un rival debutante en un Mundial y que hace un culto de la filosofía de ataque.
Bosnia aterrizó en este país como el cuarto equipo con mayor saldo de goles entre los clasificados europeos. Entre Edin Dzeko y Vedad Ibisevic fueron responsables de 18 de sus 30 goles, con la ayuda extrema de los armadores Zvjezdan Misimovic y Miralem Pjanic.
Pero el atacante a temer para los argentinos es Dzeko, compañero de Agüero en el City, hábil con las dos piernas y que además va muy bien arriba. Las pelotas llovidas son uno de los puntos flojos de Argentina.
«Hay que tener cuidado con el juego aéreo de Bosnia», advirtió Fernández, uno de los pocos jugadores que habló en la antesala del partido. «Es un jugador grande con buen juego aéreo bien cerca y con chances de llegar con los centros desde los costados».
Ante este equipo debutante se presenta Argentina, dos veces campeón Mundial y otras tantas finalista.
Bosnia se presenta como un rival accesible para los argentinos. Pero ya lo dijo Sabella una vez: «La película no es como empieza sino como termina».
