Niños de la frontera, muy ajenos a los disentimientos

Cada mañana, José Luis Polanco cruza los alambres de púas que protegen débilmente la frontera domínico-haitiana con su mochila sobre los hombros y vestido con uniforme.

Cada mañana, José Luis Polanco cruza los alambres de púas que protegen débilmente la frontera domínico-haitiana con su mochila sobre los hombros y vestido con uniforme. Antes de las 8:00 recorre el camino desde su casa, en la comunidad haitiana de Anse-à-Pitres, a la provincia dominicana de Pedernales, para estudiar. A esa hora, las puertas que dan la bienvenida formal están cerradas, pero ya el joven de 19 años está acostumbrado a superar los bordes de la cerca para llegar a su escuela.

Así como este adolescente arrayano, hijo de una dominicana y un haitiano, en la parte más al sur de la frontera no es extraño ver andar niños haitianos o mezclados que viven de aquel lado y estudian de éste.

Es parte de la convivencia que hay entre los vecinos dominicanos y haitianos, que poco tienen que ver con las decisiones de sus gobernantes y las fricciones políticas que puedan causar.

Anse-à-Pitres es una comunidad haitiana con poca actividad comercial y bastante alejada del resto de las grandes ciudades. Es muy probable que los padres que habiten allí vivan en la pobreza y, además, tienen que sacar dinero para educar a sus hijos.

Es una paradoja que en Haití, el país más pobre de América, sus ciudadanos tienen que pagar la educación de sus niños más pequeños. Por decirlo de alguna manera, las escuelas públicas son un lujo en el vecino país.

Una mano de Ayitimoun Yo

También están los niños haitianos de la calle, los que a las 11:00 de la mañana se les observa curiosear en el mercado transfronterizo de Pedernales y cuando se les cuestiona porqué no están estudiando, entienden la pregunta en español pero no saben qué decir.

La organización sin fines de lucro Ayitimoun Yo brinda ayuda a los niños en las peores condiciones: esos que ya no cuentan con tutores que respondan por ellos. Esta entidad trabaja con los menores haitianos de Anse-à-Pitres. Tienen un orfanato con 54 menores que han recogido de las calles y una escuela donde estudian los huérfanos y los hijos de parejas que no pueden costear una escuela.

Juan Bilbao es parte del equipo que labora para esta organización. “Muchos de los niños que tenemos desconocemos todos sus datos. De la mayoría (de los internos) no sabemos cuándo han nacido, ni la edad que tienen. En muchos casos no se sabe nada de los padres. Estaban en la calle y le retornamos a su cultura y le damos educación hasta que entren al liceo”, dice. 

Recauda dinero de actividades en Europa

Ayitimoun Yo en español significa “niños de Haití”. Es una iniciativa que nació en diciembre del 2010, a propósito de una visita de Lucia Lantero a esta zona y se conmovió por la cantidad de niños huérfanos que halló viviendo en las calles. Juan Bilbao, quien se encarga de la parte financiera de la organización, señala que no recibe dinero del Estado haitiano y que sus ingresos provienen de actividades de recaudación que realizan en Europa.

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