Después de cinco meses de reclamos y denuncias de la oposición coaligada y las diferentes vertientes de la sociedad civil, el Senado designó los nuevos integrantes de la Junta Central Electoral (JCE).
Las personas que renuevan la institución, que además de organizar las votaciones tiene la responsabilidad registral de la vida civil de los dominicanos, han recibido el reconocimiento de medios de comunicación, instituciones de la misma sociedad civil y de personalidades de la política, incluso, en la oposición.
El bloque opositor en cambio consideró la elección unilateral, un retroceso y una muestra de afán desmedido del oficialismo por controlar los poderes. Pero valoró que su lucha por una JCE imparcial y el rechazo al reparto, contribuyó a frustrar la ratificación de la totalidad de los miembros salientes.
Pese a esa crítica, centrada en el procedimiento utilizado, que considera unilateral, la oposición no descalifica a la nueva Junta.
La oposición no lo declara, pero el análisis de su comunicado de ayer tarde sugiere que acoge la realidad y supera el discurso admonitorio de una catástrofe institucional. Su proclama de continuar las demandas para la elección de los miembros de la Cámara de Cuentas y el Tribunal Superior Electoral en el momento oportuno, es parte del juego democrático.
A decir verdad, el Senado hizo, dentro de sus atribuciones constitucionales, un ejercicio mediante el cual reflejó respeto por los reclamos de la oposición.
Difícilmente el Senado, controlado por una mayoría partidaria, iba a satisfacer plenamente las demandas de la oposición, que reclamaba una asepsia política como rasero para ser parte de la administración de la JCE.
Pero los escogidos son ciudadanos con una trayectoria pública y con capacidad para garantizar un desempeño adecuado en el cumplimiento de sus funciones.
Lo importante de todo este proceso abierto desde el 15 de mayo es que se supera un período de tensión entre las fuerzas gobernantes y las opositoras.
Las vías institucionales siempre serán preferibles a la fuerza. Sería interesante que de este proceso haya cierto aprendizaje. Ayudaría a mejorar el desempeño de las partes envueltas en estos pleitos. El discurso debe ser proporcional a la capacidad de acción.
