Nuevo año, grandes metas

Alguien me preguntó cuáles eran mis metas para este naciente año, como si diera por un hecho que cada cual se propone hacer cambios,…

Alguien me preguntó cuáles eran mis metas para este naciente año, como si diera por un hecho que cada cual se propone hacer cambios, mejorar y embarcarse en nuevas empresas. Le respondí que mis sueños eran muy pretenciosos, pues una vez leí que nadie se eleva más allá de lo que aspira. El que piensa en pequeño apenas gateará en un mundo repleto de seres veloces.  Nosotros creamos nuestras propias barreras, y le damos la altura y la impenetrabilidad que escojamos.

Si intentamos caminar desde Santiago hasta La Romana, pero antes de empezar nos conformamos con llegar a Bonao, lo más probable es que no pasaremos de La Vega.  Sin perder la noción del buen juicio, no nos tracemos límites, que eso atrofia el espíritu, debilita nuestro rendimiento y llena de mugre nuestras venas.

Un nuevo año nos invita a planificar, revisarnos y atrevernos. Nos anima a ser emprendedores y planificadores.  Aquí la cobardía se jubila. Es como si nos lanzáramos a una conquista, con bríos, esperanzas y ganas de triunfar.

Los primeros días de enero somos grandes y hasta el sol calienta nuestros ímpetus.  Es un momento de optimismo, de ser osados, y juramos que venceremos, que ahora lucharemos por crecer más como personas, que le serviremos con más amor al prójimo, que nos acercaremos más a Dios, que cuidaremos más nuestra salud mental y física, que disfrutaremos la vida con mayor intensidad, que trabajaremos más duro, que compartiremos más con nuestros seres queridos…

En este tiempo saludamos sonrientes, y felicitamos a todo el mundo, aún no conozcamos bien a la persona. El teléfono no descansa. Y buscamos la manera de perdonar y de que nos perdonen. Nos transformamos, como nunca, en seres amables, tolerantes y solidarios. Es algo mágico, emocionante, casi místico. Y lo mejor de todo, es que esta actitud es contagiosa. La tristeza se esfuma y hasta las capillas arden con alegres colores.  Por ello esta fecha, irrepetible en doce meses,  debe ser aprovechada con una mezcla de corazón y cabeza. Con el corazón, para sentir que vivimos, que somos ricos porque podemos ser útiles y dejar huellas positivas en el camino, siempre actuando de buena fe, con nuestras conciencias limpias.  Con la cabeza, analizando seriamente cada paso que demos, tomando las decisiones que consideremos correctas, sin que nos tiemble el pulso, ajenos de emociones dañinas, evitando a quienes nada nos aportan, a los pesimistas, a los que nos quitan la libertad, a los envidiosos y a los pigmeos morales.

En este nuevo año, tracémonos metas, y entre más importantes y nobles mejor, que con el solo hecho de esforzarnos por alcanzarlas ya estamos ganando. Seamos los protagonistas de nuestro destino.

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