El tenor lírico dominicano Enrique Pina ha concluido una agotadora y exitosa gira por Polonia, exhibiendo ante públicos muy exigentes y conocedores de la ópera sus excelentes condiciones vocales, su buen dominio del escenario y el conocimiento pleno de su instrumento, una cualidad cuya importancia muchos cantantes de alto nivel no suelen administrar en su adecuada magnitud.
Para infinidad de amantes de la ópera, y muchos críticos, la calidad vocal se mide básicamente en función de la capacidad que muestren tenores y sopranos de alcanzar las notas más altas y poder extenderla más allá incluso de lo escrito en la partitura, lo que frecuentemente acorta carreras y estropea las cuerdas vocales, oscureciendo la voz. Pero es la cuidadosa administración del instrumento vocal es lo que finalmente define al buen cantante y ese es sin duda uno de los méritos del tenor dominicano.
Pina es un tenor en constante ascenso muy consciente de sus límites y posibilidades, lo que le permite incursionar con extrema facilidad y seguridad en áreas muy difíciles sin adentrarse en zonas no adecuadas para su tipo de voz. Lo escuché cantar hace años en Roma, donde estudiaba con algunas de las figuras más sobresalientes del canto lírico, como Franco Corelli, cuando su instrumento apenas comenzaba a madurar. Su timbre se ha robustecido y hoy es un tenor de alta calificación, preparado para roles tan complejos como Tosca, de Giacomo Puccini, y Rigoletto, de Guiseppi Verdi, algunas de cuyas arias interpretó en su reciente gira polaca, como E lucevan le stelle, de la primera, y La donna é mobile, de la segunda, arrancando prolongados aplausos al lograr extender al máximo las notas finales de esta última aria.
Este sábado, Pina se presentará en una gala lírica en el Teatro Nacional, una magnífica oportunidad para los amantes del arte lírico escuchar a un gran cantante, dueño de una extraordinaria voz.
